[Raúl Prada Alcoreza]
¿Qué clase de socialismo es ese que no desmantela los mecanismos de dominación? Que describe las consecuencias de las dominaciones como pobreza; palabra sencilla, elemental, sin mayores atributos que hacer de contraste con la riqueza. Por eso se llega a la inocente conclusión de que lo que se trata es de redistribuir la riqueza. ¿Es un problema administrativo? ¿Se resuelve el problema con solidaridad? ¿Es cuestión de consciencia y conmiseración? Esta forma de abordar el problema social esconde la causa del conflicto, por así decirlo, usando causa, termino no compartido, para ilustrar. ¿Cómo se puede resolver el problema social si no se atacan las formas de dominación, las estructuras de poder, formas y estructuras que generan precisamente la desigualdad social? Este socialismo light es un socialismo aceptado por el sistema-mundo capitalista; no es peligroso, no atenta contra las estructuras de poder y dominación, tampoco contra las formas y estructuras de explotación. Este socialismo es el que puede ser escuchado por las clases dominantes. Al final, dominantes y dominados, explotadores y explotados, colonialistas y colonizados, pueden compartir este discurso socialista, pues, como se trata de redistribuir, sólo habrá que discutir la estructura del presupuesto, sin afectar a los montos de capital para la explotación extractivista, para la explotación masiva del proletariado nómada, para la exacción financiera. Se puede mejorar la inversión en salud, en educación, en servicios, en montos que no afecten la distribución estructural del presupuesto. Presupuesto destinado a garantizar la reproducción del Estado rentista y la economía extractivista.
En este discurso se encuentran, compungidos, afectados, en circunspección devota, todos, incluso los que se consideran enemigos. La burguesía y los dirigentes sindicales, los gobernantes y los gobernados conformistas, las derechas y las izquierdas reformistas. Se unen cuando el substrato colonial compartido de la institucionalidad encomendada, que disciplina y educa a las almas, los convoca a hermanarse. Bueno sería que esta fraternidad repentina durara; sin embargo, en cuanto acaba la misa o el sermón, la cruda realidad de los intereses descarnados se impone. Se vuelve a los antagonismos y contradicciones.
El problema de las desigualdades económicas y sociales no se explican por dosis de maldad, por olvidos morales, por faltas de solidaridad; si fuese así, al solución vendría dada por cambio de actitudes, por aproximaciones al prójimo, que por cierto, si esta actitud fuese consecuente podría, por lo menos, mejorar las condiciones de los que llama pobres este discurso, apaliar la gravedad de la diferencia social y económica. Se trata de un discurso que se remota al antiguo código dualista de bien y mal, que separa a los humanos en buenos y malos. Que considera que el mundo se mueve por fidelidades o infidelidades, separando, desde un principio, fieles de infieles, substrato religioso del esquematismo político de amigo/enemigo.
El capitalismo se desenvuelve y despliega, expandiéndose, transformando sus formas de acumulación, no porque los burgueses son malos o porque tienen cierta dosis de maldad o de egoísmo exagerado, no porque los pobres son débiles, desamparados y requieren la conmiseración, el afecto asistencial. El capitalismo no es ni bueno ni malo, no se efectúa su acumulación por códigos amorales en contraposición de los códigos morales. El capitalismo es un sistema-mundo que funciona como economía política, separando el valor de uso del valor de cambio, valorizando el valor de cambio, lo abstracto, desvalorizando el valor de uso, lo concreto. De la misma manera que la religión separa cuerpo de espíritu, valorizando lo abstracto, el espíritu, desvalorizando lo concreto, el cuerpo, la vida. Ambas institucionalidades, el sistema capitalista, todavía viéndolo solo como economía política restringida, y el sistema espiritual, son economías políticas, pues fusionan como tales. La economía política restringida al plano económico, todavía no comprendida en su complejidad como economía política generalizada, y la economía política espiritual, funcionan de la misma manera, como operadores dualistas, capturando las fuerzas vivas y concretas, separándolas de lo que pueden, usándolas para la acumulación abstracta de valorización; por un lado, la acumulación de capital, por otro lado la acumulación espiritual, conmensurada como salvación.
Estamos pues ante el desenvolvimiento pleno, ante el despliegue complejo, de la economía política generalizada, que integra distintas economías políticas, que articula y entrelaza distintos planos y espesores de intensidad, que separan formas concretas, vitales, fuerzas y energías, de las formas abstractas, ideacionales, fantasmagóricas, imaginarias y simbólicas. De lo que se trata es de usar la vida, su energía, su vitalidad, su potencia, para generar valorizaciones imaginarias, que, en realidad equivalen a costos materiales evidentes, ocasionados por el despojamiento y la desposesión, destruyendo el planeta, destruyendo vidas, las de las mayorías de las poblaciones, no solamente humanas sino también de los otros seres orgánicos. Hay pues concomitancia entre la economía política restringida al plano económico, y la economía política espiritual. Ambas forman parte de las fabulosas redes y mallas de las maquinarias de la economía política generalizada.
Si se quisiera consecuentemente acabar con las desigualdades, que el socialismo light llama pobreza, habría que acabar con las economías políticas, con la economía política generalizada, desmantelando el sistema-mundo capitalista, con su orden de dominación mundial, que garantiza y administra la continuidad de las formas de dominación, preservando el decurso de la geopolítica del sistema-mundo capitalista, que diferencia centros de acumulación de capital, potencias emergentes y periferias donadoras de recursos naturales y mano de obra barata. Para lograrlo, por lo menos, para señalar las causas del problema de la desigualdad social, se requiere interpelar al sistema-mundo capitalista, a las estructuras de dominación. Si no se lo hace, es que el discurso del socialismo light es cómplice de las dominaciones, de las explotaciones, de los colonialismos, de las subordinaciones. Lo que hace este discurso es edulcorar las formas y mecanismos de dominación.
Es pues comprensible que los populismos se identifiquen y se reconozcan en el discurso del socialismo light, pues legitima su Estado rentista y su economía extractivista, incluso se bendice la metafísica estadística, como si correspondiera a cambios estructurales cualitativos, cuando lo único que cambia son las variaciones estadísticas, es decir, las medidas. Sin embargo, se trata de medidas sin el sostén de la ciencia estadística, pues solo usa de ésta, la aritmética de las proporciones y las variaciones, desentendiéndose de toda la metodología y exigencias de las técnicas estadísticas.
Si solo se trata de eso, de ser más buenos y menos malos, entonces la solución del problema no es tan complicada, ni tan comprometedora como la solución desplegada en las luchas sociales, relacionada a las transformaciones estructurales e institucionales; incluso a los populismos les resulta complicado cumplir con la Constitución. Por eso se busca una reforma constitucional, para terminar de desmantelar la Constitución, que la escribieron o irradiaron, en la escritura, las movilizaciones desatadas del 2000 al 2005.