¿Acabará el coronavirus con el capitalismo?

Hay quienes así lo piensan por la caída de las bolsas de valores, la profunda afectación al comercio y la globalización, la disminución de las tasas de interés, el colapso de sectores íntegros de la economía, la quiebra de empresas capitalistas, el desplome de los precios de varias materias primas, el desempleo creciente y la caída dramática del consumo.

Xavier Ricard Lanata (XRL), antropólogo y etnólogo social de Francia con raíces peruanas, y Pablo Solón (PS), activista social y de la naturaleza de Bolivia abordan esta cuestión en este dialogo de Reflexiones Sistémicas.

XRL quisiera que se acabe con el capitalismo como forma de expansión infinita del capital en desmedro de la vida. Sin embargo advierte que “desgraciadamente el virus por sí sólo no va acabar con el capitalismo. Esto dependerá de lo que hagamos y de cómo entendemos lo que está pasando”. PS considera que asistimos al surgimiento de un capitalismo que se alimenta del caos. Ambos coinciden en que habrá una reconfiguración del capitalismo antes que un sepelio. Cada uno pone énfasis en diferentes aspectos de esta reconfiguración. A continuación un resumen de sus planteamientos.

Xavier Ricard Lanata: Los dilemas de la reconfiguración del capitalismo

La crisis de la globalización viene desde el 2008. Los intercambio comerciales ya venían bajando. Había un proceso de contracción que era anterior al virus. Ahora el virus ha agravado esta situación.

¿Qué va pasar? Los que son acreedores de capital van a buscar formas de valorizarlo a como dé lugar. En los países del norte que tienen un exceso de liquidez los grandes capitales van a emprender la compra de empresas locales. Como estas grandes compañías ya no pueden valorizar su capital a nivel global lo harán a nivel local comprando a las más pequeñas y formando nuevos conglomerados industriales y financieros. A los chinos no les conviene eso porque necesitan poner en funcionamiento su aparato productivo.

China tiene un problema existencial y ahora con el coronavirus su situación ha empeorado y van intentar empujar más fuerte su programa de integración a través de lo que se conoce como la nueva ruta de la seda y la otorgación de préstamos para reactivar la demanda.

En otras palabras dar facilidades al sistema financiero para que inyecte liquidez a la economía mundial.

En Europa se está discutiendo ¿cuál es la mejor manera de estimular una economía que se está cayendo por falta de flujos? Si se les da dinero a los bancos no hay garantía de que ese dinero lo van usar a favor de las empresas locales porque no hay demanda para esa producción, por más que los préstamos sean a tasas bajas o incluso préstamos con tasas igual cero. Es poco probable que las empresas acepten endeudarse para comprar recursos para la producción sabiendo que no van a tener demanda porque la gente está en su casa y no gasta.

Entonces, en vez canalizar la liquidez a las empresas es mejor que se dirijan directo al bolsillo de los consumidores, pero los consumidores no pueden consumir localmente porque la producción ha bajado y las empresas locales no pueden contratar trabajadores. En otras palabras dar dinero a los consumidores podría acabar estimulando la demanda de productos importados de la China. Esto haría muy contentos a los chinos, porque sería como facilitarles dinero para que vuelvan a poner en marcha su aparato de producción a costa del endeudamiento de los compradores europeos.  Al final sería como una inyección de dinero a la economía China.

Las bolsas que siempre necesitan activos solventes para poder revalorizar su capital van a reorientar sus activos y liquidez a Asia que está saliendo primero de la crisis y parece que tiene un control más eficiente de la propagación y el tratamiento del virus. Por ahora los inversionistas van a intentar colocar sus activos financieros en el aparato productivo asiático. Con todo esto no acabamos con el capitalismo de ninguna manera. Lo que vemos es una reorganización de flujos y una nueva forma de repartir la riqueza a nivel mundial.

La única respuesta que nos sacaría de esta lógica sería entrar en un proceso de desglobalización que apuntaría a la viabilidad de la vida para evitar que se reproduzcan epidemias y garantizar la convivencia con el mundo vivo que nos rodea. Eso exigiría unas medidas muy distintas. No solo de relocalización de las producciones sino también a intensificar redes energéticas y regenerar ecosistemas. Eso implica formas de solidaridad entre los seres humanos y las demás especies.

En ese sentido el coronavirus nos ofrece una oportunidad, que depende de nosotros aprovecharla, para encaminar un proceso civilizatorio altermundialista que ponga fin a una organización del planeta regida por el capital y las multinacionales. La globalización no es lo mismo que la mundialización. Podemos formar parte de un planeta sin que eso necesariamente implique la uniformización y el reinado del mercado como el único capaz de articularnos.

Pablo Solón: El capitalismo del caos

El coronavirus no acabará con el capitalismo. Lo que veremos será una reconfiguración del capitalismo. De un lado habrán sectores del capital que van a perder mucho, empresas que entrarán en bancarrota, miles de millones de dólares que se van a esfumar.

Esta reconfiguración del capitalismo llevará a una mayor concentración del capital y a una mayor intervención del estado. Algunas empresas desaparecerán, otras serán absorbidas por empresas más grandes, otras serán adquiridas por el estado para salvar las inversiones de los capitalistas. Esa es la tendencia, sin embargo no está claro cómo será el devenir de la competencia entre los distintos sectores capitalistas a nivel mundial. Por un lado China tiene una capacidad de sobre oferta para vender al mundo, pero del otro lado las restricciones al comercio se han agravado por el coronavirus y la crisis. La capacidad de sobreproducción que tienen la China es una bomba de tiempo. La China no necesariamente será el ganador por los procesos de encerramiento de las economías nacionales.

Hay otro elemento a considerar que es del sector informal. En algunas economías latinoamericanas alcanza e incluso supera el 60% de la población.  La aplicación de medidas necesarias de cuarentena son muy duras para este sector que vive al día. El sector puede aceptar estas medidas por algunos días y semanas, pero es imposible que acepte esta situación por meses. Morir de coronavirus o de hambre se vuelve una disyuntiva real con el pasar del tiempo.  Otra variable central a tomar en cuenta es el tiempo. ¿Cuanto durará la cuarentena y la crisis del coronavirus?

En Bolivia al igual que en otros países el gobierno ofrece bonos, canastas de alimentos, pagos de servicios esenciales, diferimiento en el cobró de créditos y otras medidas de apoyo a las familias que viven el día a día. Si la crisis se prolonga por varios meses será muy difícil mantener esas medidas. Las economías de nuestros países no tienen la musculatura de los países del norte para mantener subsidios por mucho tiempo.

En este contexto entramos en una situación muy explosiva, de saqueos, protestas, violencia y confrontación social, porque no se puede mantener una cuarentena cuando no hay las condiciones para comer y vivir. Para enfrentar este escenario es necesario empezar a pensar y adoptar medidas estructurales y no sólo asumir medidas de alivio circunstancial.

La situación de Latinoamérica es mucho más explosiva en el mediano plazo que la de Europa o la China. El aplanamiento de la curva del contagio del COVID19 repercutirá de manera diferente en países del norte y del sur, y tendrá diferentes impactos sobre el capitalismo en cada país y a nivel global.

Esto significa que vamos a una reconfiguración del capitalismo extremadamente caótica, de múltiples reacciones que van a ser contradictorias entre sí a nivel de los países y la economía mundial. Hemos entrado a un período de crisis permanente del capitalismo, donde los tiempos de respiro serán cada vez mas breves y los tiempos de agravamiento de la crisis serán cada vez mas intensos y prolongados.

Esta situación de crisis llevará al surgimiento de estados policiales, a mecanismos de vigilancia y coerción cada vez mas sofisticados y violentos según las circunstancias y los países. En síntesis el capitalismo se va a reconfigurar dando surgimiento a un capitalismo del caos en el que el capital buscará maximizar sus ganancias aprovechando la crisis sin pretender restablecer períodos de relativa estabilidad como los que vivió en el pasado.

XRL: El sector informal y la economía social solidaria de viabilidad ecológica

El problema del sector informal es su suerte porque el Estado no le dedica atención. Tampoco el capital le presta atención porque es un sector que no deja ganancias grandes, su productividad es baja, es un sector muy fragmentado de infinidad de pequeños actores donde el Estado se lava las manos y las empresas formales también. Es un drama porque no accede a servicios bancarios, pero por otro lado es su ventaja porque le puede permitir organizarse de otras maneras.

En Francia las empresas están muy organizadas en función del rendimiento. El sistema ha sido concebido para que las cadenas productivas sean las más rentables posibles. El aparato productivo tiene una serie de constreñimientos internos que con el coronavirus entran en quiebra. En cambio el sector informal se organiza como le da la gana, nadie lo mira, ni controla. Los pequeños comerciantes, artesanos y productores locales tienen la posibilidad de convertirse en algo más fiable por las relaciones interpersonales que se establecen entre sus diferentes actores. Por el contrario las empresas formales están en procesos de desordenamiento porque no pueden garantizar su funcionamiento por la crisis. Lo informal puede convertirse en un vector de reorganización de las cadenas locales que descansaría más en una forma de ayuda mutua, de flexibilidad acorde con las posibilidades de unos y de otros. Esto podría prefigurar una economía social solidaria de viabilidad ecológica.

En un momento en el que se tienen que tener capacidad de adaptación muy ágil puede resucitar el sentimiento colectivo de que las cosas se hacen en función de redes personales de solidaridad y poco a poco nos podemos dar cuenta que uno depende del otro y que solito nadie puede salir adelante.

Actualmente los hospitales realizan un gran esfuerzo a pesar de que los médicos y enfermeras no recibirán un pago por sus horas extras.  Comienzan a moverse de manera voluntaria y movidos por un impulso ético; que son los resortes fundamentales de lo que se llama economía social y solidaria.

Países en Latinoamérica que tienen un elevado nivel de empleados en el sector informal, tienen más posibilidad de reorganizarse que países donde el sistema tienen la rigidez del aparato productivo. Es importante explorar el contenido positivo del sector informal.

PS: Construir alternativas en tiempos de crisis continua

Hay sectores que pueden reconstituirse y reorganizarse en base a una economía solidaria, por ejemplo, hay iniciativas de productores que se relacionan directamente con los consumidores. Sin embargo, una cosa es el sector “informal” productor de alimentos y otra son los pequeños comerciantes que viven de vender productos que antes llegaban por contrabando. La reconfiguración de estos sectores será mucho más complicada y traumática. A ello hay que añadirle que el distanciamiento social por el coronavirus dificulta totalmente las formas tradicionales de organizarse de manera colectiva a través de reuniones y asambleas en sectores populares informales que no manejan el internet como sectores de clases medias.  Hay una complejidad distinta en la formación de redes de solidaridad entre diferentes sectores de la sociedad a nivel de países del norte y del sur.

Vivimos una crisis sistémica que no va a pasar en 3 o 6 meses y tenemos que aprender a construir soluciones para tiempos de crisis continua. Las alternativas que se desarrollaron en el pasado son un punto de partida pero no son suficientes en esta nueva fase de capitalismo del caos. La interacción de las diferentes crisis (ambiental, social, económica, sanitaria, política, etc.) y las particularidades nacionales, regionales y mundiales nos obligan a tener análisis más holísticos, dinámicos, que tomen en cuenta la incertidumbre creciente y el caos.

Existe la posibilidad de que se conformen estados bunkers, estados fortaleza que se cierran para proteger a sus élites. Pero también existe la posibilidad de que dentro de los estados se creen territorios o barrios bunkers para proteger a ciertos sectores privilegiados, mientras afuera el resto de la población vive una situación de miseria y desolación.

La transición será más compleja y traumática de lo que nos imaginamos. Las propuestas deben abarcar lo local, lo nacional, lo global y la incertidumbre. Las alternativas locales cómo la agroecología, la agricultura familiar, los intercambios urbanos… son claves porque ahí se materializan las relaciones humanas de solidaridad. Sin embargo no son suficientes. Es fundamental construir propuestas a nivel de los estados y los países. Alternativas que vayan más allá del alivio coyuntural y que se orienten a transformaciones estructurales como la nacionalización/socialización de la gran banca, la condonación de la deuda externa, la reformulación de los presupuestos nacionales para fortalecer al sector de la salud en detrimento de los presupuestos de guerra. Y por último es necesario trabajar en nuevas propuestas de integración regional y mundial al servicio de los países mas vulnerables y el restablecimiento de los ciclos vitales del planeta.