Vivimos una crisis sistémica del agua. No es sólo una crisis de oferta y demanda o de estrés hídrico en varias regiones del planeta. Todos los ecosistemas y actividades humanas mantienen una interdependencia e interrelación con el agua. El agua no es sólo esencial para la vida humana sino para el conjunto de la vida en la Tierra y para el propio sistema del planeta. El derretimiento del agua dulce de los glaciares no sólo eleva el nivel de agua de los mares, sino que afecta las corrientes marítimas que circundan nuestro planeta, altera la relación entre agua dulce y salada de la que dependen varias formas de vida, incide sobre los ríos voladores y desencadena procesos aún desconocidos a nivel de la hidrosfera y la criosfera que son subsistemas del sistema de la Tierra.
La crisis sistémica del agua requiere de alternativas estructurales a nivel político, social, económico, ambiental, institucional, cultural, ético… Medidas unidimensionales basadas en lógicas de mercado sólo pueden ahondar la crisis que ellas mismas ayudaron a desencadenar.
Un enfoque de derechos para toda la comunidad de la Tierra
El agua es un derecho humano y por lo tanto es esencial garantizar su realización universal evitando su privatización y mercantilización. Todo ser humano, independientemente de su situación económica, debe tener acceso a agua para asegurar su existencia. El derecho humano al agua no puede estar sometido a las vicisitudes de los precios de mercado y la especulación de las bolsas de valores.
Es imposible garantizar el derecho humano al agua si al mismo tiempo no garantizamos los derechos de la naturaleza y los derechos del agua. La gestión holística del agua que necesitamos debe romper con la lógica antropocéntrica y estar orientada al conjunto de los seres vivientes y a la Tierra como un todo. El agua no es sólo un derecho de los seres humanos, es un derecho de toda la naturaleza. El agua es un ser vivo de la naturaleza y no un recurso, y como tal tiene derechos como el vivir libre de contaminación, mega infraestructuras y sobreexplotación. Los derechos de los ríos, lagos y glaciares son una parte fundamental de los derechos de la Madre Tierra.
Hacia la gestión holística del agua
La visión dominante de la gestión integrada de recursos hídricos (GIRH) es antropocéntrica y persigue el desarrollo como objetivo principal [32]. El principio rector de la gestión holística del agua no es el desarrollo, ni el crecimiento, ni maximizar sus beneficios económicos, sino restablecer el equilibrio de las diferentes cuencas, del ciclo del agua y de los diferentes seres que componen la Madre Tierra con el agua. La gestión humana del agua es sólo posible en algunos niveles menores, y siempre con limitaciones pues una infinidad de acciones locales puede afectar el flujo global del agua. No se trata de “gestionar” el agua como si se tratara de administrar o dirigir un objeto, sino de escuchar y aprender del agua y de los seres que interactúan con ella. Lo fundamental es frenar los desajustes en el ciclo del agua y las cuencas hidrográficas construyendo nuevos equilibrios que permitan la superación de la crisis sistémica del agua y de la comunidad de la Tierra. La ciencia y la tecnología pueden ayudarnos a entender ciertos procesos y dinámicas del agua, pero jamás posibilitaran controlar la hidrosfera. Una gestión holística del agua requiere reconocer e interactuar con el agua como con un ser vivo y dejar de asumirla como un mero recurso a ser aprovechado.
El agua no puede ser gestionada únicamente desde el Estado, de arriba hacia abajo. Para una gestión holística del agua es fundamental que los colectivos de seres humanos del área rural y urbana participen activamente potenciando la práctica de los comunes. Además, por la asignación histórica de la mujer en los trabajos del cuidado es necesario que asuman papel determinante en las instancias de decisión y gestión del agua.
Superar el extractivismo, el productivismo y el consumismo
Las metas Aichi (2010) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 6.6 (2015) se proponían “De aquí a 2020, proteger y restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los bosques, las montañas, los humedales, los ríos, los acuíferos y los lagos”. En 2021 lejos de frenar la pérdida y deterioro [33] de “los ecosistemas relacionados con el agua”, se ha profundizado su crisis. La razón de este fracaso radica en que los ODS nunca plantearon acciones para hacer frente a las causas estructurales de la destrucción de dichos ecosistemas que tienen que ver principalmente con el extractivismo, el productivismo y el consumismo.
Un kilo de carne requiere 10.000 litros de agua. Una tonelada de litio provoca la evaporación de 2 millones de litros de agua en el salar de Atacama. Un barril de petróleo refinado necesita 7.000 litros de agua. Un microchip consume 130 litros de agua. La fabricación de un automóvil utiliza 148.000 litros de agua. La minería, la explotación hidrocarburífera, amplios sectores de la industria, y los sectores de grandes agropecuarios consumen y contaminan ingentes cantidades de agua.
El extractivismo es la extracción de materias primas en grandes cantidades para exportar mercancías de bajo procesamiento destinadas a satisfacer las demandas de cadenas de valor controladas por un puñado de empresas transnacionales. La lógica del extractivismo abarca no sólo la minería y los hidrocarburos sino la gran producción agropecuaria para la exportación que utiliza agrotóxicos contaminantes, consumen grandes cantidades de agua y provoca procesos de deforestación masiva que afectan el ciclo del agua, desertifican la tierra y producen más emisiones de gases de efecto invernadero. A nivel de las mega hidroeléctricas se produce también una suerte de extractivismo energético a costa de los ríos y la naturaleza. El extractivismo no vela por las necesidades de las poblaciones locales, alienta la flexibilización de las normas ambientales y opera en función del productivismo.
El productivismo conlleva la producción incesante de mercancías para la obtención de ganancias y la realización del capital. Sean vestimentas, automóviles, computadoras o muebles la lógica del productivismo es crecer y crecer sin tomar en cuenta los límites de la naturaleza. El productivismo puede ser marrón o verde. Pretender producir anualmente 100 millones de vehículos eléctricos es insostenible para el planeta y la hidrosfera. La solución no está en producir más, sino en producir lo necesario y aquello que genere menos impactos ambientales y contribuya a restablecer los equilibrios del sistema de la Tierra. La superación de la crisis del agua pasa por frenar y limitar la producción de automóviles, computadoras, microchips, vestimentas de temporada y promover más el transporte público y la producción de bienes durables y reciclables.
El consumismo insaciable es provocado por la lógica del capital que necesita una masa insaciable de consumidores para vender sus mercancías y generar ganancias. Los medios de comunicación y las redes sociales operan en función de alentar dicho consumismo muchas veces insulso mientras miles de millones de personas no tienen lo necesario para una vida digna. Superar el consumismo entraña cambiar nuestros patrones de consumo y adoptar, por ejemplo, dietas sostenibles de consumo limitado de carne, de azúcares añadidos y de alimentos altamente procesados e incluyen una variedad de alimentos de origen vegetal [34].
El extractivismo, el productivismo y el consumismo se desarrollan tanto en países capitalistas neoliberales como en países con capitalismo de Estado que tienden a recubrirse de una retórica “socialista”. Los ODS y la GIRH no pueden hacer frente a la crisis del agua porque no buscan atacar las causas estructurales del problema.
Tomar control de las finanzas intocables
Para hacer frente a la crisis del agua diferentes estudios estiman que se necesita anualmente entre 114.000 millones de dólares [35] y 500.000 millones de dólares al año para hacer frente a la crisis del agua [36]. La cifra parece extremadamente alta y es utilizada en muchos casos para promover la privatización del agua a título de atraer inversión privada para el sector hídrico. Sin embargo, aún la cifra más alta es apenas la cuarta parte del presupuesto mundial de defensa que se acerca a los 2.000.000 de millones de dólares.

Los Estados más poderosos tienen suficientes recursos para atender la crisis del agua de todo el planeta si destinan sus gastos militares para salvar la vida. Los recursos económicos de los presupuestos militares son bienes públicos que en una situación de crisis mundial como la que se vive deben ser dispuestos para salvar al conjunto de la humanidad y la biodiversidad.
Reinventar la democracia para incorporar a la naturaleza y al agua
El rol del Estado y la sociedad son claves en la gestión holística del agua. Para cumplir de manera cabal con ese rol fundamental, se requiere una profunda democratización del Estado y el desarrollo de mecanismos de contrapoder y gestión social real desde la sociedad. Una nueva gobernanza con la naturaleza y el agua implica superar la lógica del poder que predomina en los partidos políticos de derecha e izquierda y fomentar el desarrollo de los comunes. La crisis de la pandemia ha mostrado que necesitamos nuevas formas de Estado democrático y participativo.
La democracia antropocéntrica se ha mostrado incapaz de enfrentar las crisis de la naturaleza y el agua. Es necesario repensar nuevas formas democráticas que permitan que la naturaleza y el agua estén representadas en nuestros parlamentos e instancias de gobierno. Una democracia real debe incluir mecanismos de participación para el agua y la naturaleza si quiere hacer frente al colapso ecológico. Estos mecanismos pueden incluir la elección de representantes por diferentes sectores de la naturaleza (ejemplo, ríos, bosques, glaciares,
biodiversidad, etc.); la conformación de una cámara de representantes de la naturaleza elegidos y/o designados por instituciones científicas, comunidades de pueblos indígenas y población en general; la creación de defensorías (ombudsman) de los derechos de la naturaleza; el desarrollo de normas y procedimientos que obliguen a tomar en cuenta la perspectiva del agua y la naturaleza, etc.
Un nuevo multilateralismo con la naturaleza
El agua no reconoce fronteras y su existencia nos plantea la necesidad de repensar los límites de las naciones para avanzar hacia una gestión compartida de cuencas hidrográficas. La crisis mundial del agua requiere de un nuevo tipo de integración internacional que no esté dominada por el capital ni por las ambiciones geopolíticas de las élites de los Estados nación. Repensar las fronteras y la soberanía nacional para forjar un multilateralismo no sólo de naciones sino de la comunidad de la Tierra, donde estén representados los océanos, los glaciares, la biodiversidad y el conjunto de seres que habitan el planeta.
El agua es y será un factor de profundas disputas geopolíticas entre países, regiones, sectores sociales, grupos étnicos y religiosos, por ello es fundamental reinventar los procesos de integración alrededor del agua como elemento unificador y generador de una cultura de paz.
Las crisis sistémicas del agua y de la comunidad de la Tierra nos plantean la urgente necesidad de recuperar nuestra humanidad y la ética de la vida.
[32] Global Water Partnership Agreement (GWP), una red de 3000 organizaciones en 179 países define la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) como “un proceso que promueve el desarrollo y manejo coordinados del agua, la tierra y otros recursos relacionados, con el fin de maximizar el bienestar económico y social resultante de manera equitativa, sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas vitales”.
[33] UN Water, Guía para el monitoreo integrado del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 sobre agua y saneamiento. Metas e indicadores mundiales, 2017.
[34] Tilman, D., Clark, M. Global diets link environmental sustainability and human health. Nature 515, 518–522 (2014). https://doi.org/10.1038/ nature13959
[35] Hutton, Guy; Varughese, Mili. 2016. The Costs of Meeting the 2030 Sustainable Development Goal Targets on Drinking Water, Sanitation, and Hygiene. World Bank, Washington, DC. https://openknowledge.worldbank.org/handle/10986/23681 License: CC BY 3.0 IGO.
[36] OECD, Financing water Investing in sustainable growth, 2018.
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