Según la AIE, la capacidad mundial de energía solar fotovoltaica se ha multiplicado casi 20 veces en la última década y se espera que se triplique durante la próxima década. Los motores de esta expansión han sido las políticas específicas en más de 130 países y las ganancias en los costos de la tecnología que han ayudado a reducir el costo de financiamiento. Dichas reducciones de costos durante la última década ofrecen algunos de los costos de electricidad más bajos jamás vistos. Muchos países han alcanzado contribuciones récord de energía eólica y solar fotovoltaica en 2020, al tiempo que mantienen la estabilidad de la red, lo que ha aumentado la confianza y la experiencia.
De acuerdo con IRENA, entre 2013 y 2018, la energía solar fotovoltaica y eólica terrestre, atrajeron el 46% y el 29% de las inversiones mundiales en energía respectivamente. El 2017 y 2018 representaron en promedio el 77% de la inversión anual en energías renovables. EL 2018 La inversión en energías renovables alcanzó los 322 mil millones de dólares y en 2019 continuó con un crecimiento modesto.
IRENA identifica que el incremento de las inversiones en las energías renovables, dadas en la última década se deben, entre otros, a:
- una mayor madurez de estas tecnologías,
- la caída de los costos impulsada por las economías de escala,
- las mejoras tecnológicas y de fabricación que le dan mayor competitividad, y
- los mecanismos de adquisición como las subastas que son una forma de aumentar la competencia.

El panorama de la financiación de las energías renovables ha evolucionado significativamente en los últimos años. Sin embargo, el nivel de inversiones no es suficiente. Para que el mundo cumpla con los objetivos climáticos acordados internacionalmente, el ritmo debe acelerarse considerablemente debiendo la inversión anual en energías renovables, incluidos varios tipos de generación de energía, casi triplicarse a 900 billones de dólares para el 2050.
Las más resilientes
De acuerdo a la AIE, las energías renovables han sido las que mejor han soportado la crisis provocada por la pandemia; incluso le atribuyen una capacidad de resiliencia que continuará más allá de la próxima década, ya que es la única fuente de energía que ha seguido creciendo el 2020, frente a la caída estrepitosa de todos los otros combustibles por las cuarentenas impuestas y la disminución de la actividad económica a nivel global. La AIE, incluso se refiere a la energía solar como el nuevo rey, por las proyecciones de crecimiento espectaculares que tiene para esta década.
Según IRENA, si bien la industria de las energías renovables en su conjunto ha sido mucho menos afectada por la pandemia que el sector de la energía convencional, no significa que no haya sufrido ningún impacto. La crisis ha afectado a las energías renovables a nivel de las inversiones, el empleo, las cadenas de suministro y la planificación y ejecución de proyectos en curso. Las inversiones se redujeron un 2.6% en el primer trimestre de 2020, en comparación con el mismo período del 2019. Los empleos del sector también fueron afectados, pero en menor medida que en el sector de los combustibles fósiles. El sector de la energía solar, que es el que mayor empleo genera entre las energías renovables, y los proyectos eólicos en tierra sufrieron el impacto. Las pequeñas y medianas empresas del sector solar y los instaladores residenciales de energía fotovoltaica, sufrieron el impacto de una menor demanda en los hogares. Además, las interrupciones de la cadena de suministro y las restricciones de mano de obra afectaron principalmente a la energía eólica en tierra, disminuyendo las estimaciones que se tenían de capacidad instalada.
Pese a estas cifras y mientras todo se desplomaba en el sector de la energía, la inversión extranjera directa en energía renovable alcanzó un máximo histórico en el primer trimestre de 2020, según fDi Markets (2020), citado por IRENA, los inversores extranjeros anunciaron más de 23 billones de dólares americanos de inversión transfronteriza en energía renovable. Este fue el rendimiento trimestral más alto registrado en la última década, dando un importante respaldo al sector renovable a largo plazo.
Los escenarios futuros
Las energías renovables crecen rápidamente en todos los escenarios WEO, con la energía solar como el principal impulsor del crecimiento y el centro de generación de electricidad. En el escenario de Políticas Actuales, las energías renovables cubren el 80% del crecimiento de la demanda mundial de electricidad hasta 2030 y el 90% durante las próximas dos décadas. El crecimiento en el uso de energía renovable en este escenario, está impulsado principalmente por proyectos de energía solar fotovoltaica y eólica a escala de servicios públicos en el sector eléctrico.
En el Escenario de Desarrollo Sostenible que comprende un mayor incentivo a las energías renovables, se producen al doble del ritmo de los últimos cuatro años hasta 2025 y luego siguen aumentando hasta 2030. La energía solar sigue siendo una opción rentable, incluso la participación combinada de solar fotovoltaica y la eólica en la generación mundial eléctrica aumenta del 8% en 2019 a casi el 30% en 2030.

Según la AIE, las energías renovables sobrepasarán al carbón y serán la principal fuente de energía eléctrica a nivel mundial en el 2025.
Colocar la energía renovable, con la generación eólica y solar, en el centro de los planes de recuperación económica requieren de una inversión pública y privada adecuada en todas las partes del sistema, incluidas las redes de transmisión eléctricas. Las acciones de los gobiernos a través de políticas son también claves. Según la AIE la eficiencia energética es fundamental para la transición energética y afirma que cualquier reducción en la tasa de mejora de la eficiencia energética sería muy perjudicial. Así mismo, destaca que una mayor participación de la generación de electricidad renovable requiere de una mayor flexibilidad y soluciones como el almacenamiento de baterías.
Asegurar que las tecnologías de energía limpia puedan depender de un suministro suficiente de minerales críticos es otro desafío emergente importante. Esto se aplica a la fabricación de baterías, donde el litio, cobalto y níquel son esenciales para mejorar el rendimiento; así como al uso de elementos de tierras raras como el neodimio en los imanes utilizados en turbinas eólicas y vehículos eléctricos. Las tecnologías de energía limpia generalmente requieren más minerales que las contrapartes de combustibles fósiles y, a medida que su despliegue aumenta durante las transiciones energéticas, esto implica un aumento significativo de la demanda y, potencialmente, tensiones en el suministro. También existen peligros geopolíticos, dado que la producción (y refinación, en algunos casos) de minerales y elementos de tierras raras está muy concentrada.
En la región de América Central y del Sur, la AIE prevé que las energías renovables totales aumenten aproximadamente un 30% para el 2030, con respecto a los niveles de 2019, en particular la energía solar fotovoltaica, y que satisfacerán más del 60% de la nueva demanda.
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