Propuestas para un retorno a Tierra

Versión en francés en el sitio web “La Pensée Écologique”

Por Dominique Bourg, Philippe Desbrosses, Gauthier Chapelle, Johann Chapoutot, Xavier Ricard Lanata, Pablo Servigne et Sophie Swaton

Introducción: cambiar, ahora.

La pandemia de COVID 19, y más concretamente la forma en que muchos países están tratando de responder, puede permitirnos analizar el panorama más amplio que tenemos ante nosotros. Lo que está en juego es un verdadero punto de inflexión para la civilización, alcanzando una base común a partir de la cual la adversidad democrática – el juego de la mayoría y de la oposición  puede volver a desplegarse y a expresarse. ¿Cuál es esta base común? ¿De qué tipo de punto de inflexión estamos hablando?

La pandemia: una consecuencia de nuestra relación con los seres vivos

Lo que todos pensaban que sería imposible, un parón parcial de las economías, se convirtió en la norma para casi todas la naciones de la Tierra. Frente a una pandemia, que además conduce a une muerte horrible por asfixia, sin remedios ni pruebas que puedan ser realizadas a gran escala, sin conocimientos seguros en lo referente a la diversas formas de transmisión del virus, sin vacunas, no hay como evitar la propagación sino mediante un confinamiento casi general de las poblaciones. Incluso Trump y Johnson, rehaces a tal medida, tuvieron que tomar una decisión.  La naturaleza se ha apoderado de nuestras economías y de nuestra locura consumista ordinaria.

Hablar de la naturaleza no es tan sólo una cláusula de estilo. El coronavirus nos ha recordado severamente nuestra vulnerabilidad, es decir, nuestra animalidad, devolviéndonos a todos a nuestra condición humana biológica. La naturaleza, pues, porque esta crisis tiene una base ecológica. Con el coronavirus, estamos ante una de esas zoonosis que se vienen multiplicando desde hace varias décadas porque estamos destruyendo los ecosistemas, y por tanto el hábitat de ciertas especies, que se acercan así a nuestros propios hábitats, y porque al destruir tanto la biodiversidad silvestre como la diversidad genética de la especies domésticas, estamos desestabilizando el equilibrio entre las poblaciones y facilitando la circulación de los patógenos. Además, hemos ignorado magníficamente la importancia del denominado “sequito biótico” que nos acompaña y nos conecta a otros tales “sequitos bióticos” de otros, animales y plantas (bacterias comensales, ácaros, parásitos, seres simbióticos, etc.).

Además, los efectos del cambio climático también están contribuyendo a la propagación de enfermedades infecciosas transmitidas por vectores, como es el caso del Chikungunya o el virus Zika. El COVID-19 tenía como huésped, y sin que eso generara para él patología alguna, una especie de murciélago que se encontró obligado a acercarse a nosotros; de tal manera que el virus llegó hasta nosotros, pero luego causó estragos, probablemente a través de una especia intermedia, el pangolín, apreciado por la farmacopea china por sus escamas (y por ello seriamente amenazado). Por lo tanto, es la naturaleza, y mejor dicho: los efectos de nuestra acción sobre ella, nuestra destructividad, quienes nos imponen una “radicalidad” que determina el tipo de respuestas que aquí diseñamos, las que también son radicales.

El cambio climático:  nuevamente, nuestra relación con los seres vivos

En le fondo, trátese del virus o de la degradación del ecosistema terrestre, con el cambio climático que lo resume todo, nos encontramos frente a unas situación de semejante índole. Estas degradaciones han alcanzado un grado sin precedente alguno, y nada indica que vayan a disminuir. Muchos paises han nombrado incluso a su cabeza a jefes de estado cuyo punto común es negar la cuestión ecológica: trátese pues de Trump, Bolsonaro, Modi, XI Jinping o Puntin, etc., todos comparten una común negación de la existencia del medio ambiente. En cuanto a acciones se refiere, la negación es casi universal. El colapso de los seres vivos, la contaminación plástica, la destrucción del suelo, el inicio del cambio climático, etc…. Ya conocemos el inventario de los males que cundan. Pongamos hincapié en el tema del clima, que bien podría determinar el ritmo y el compás de nuestro porvenir.

La temperatura media del suelo en la Tierra es 1,1 ° C más alta de lo que era en la segunda mitad de la 19 ª siglo y, de acuerdo con uno de los modelos más grandes en el mundo, el IPSL (Instituto Pierre Simon -Laplace, París), debería alcanzar los 2 ° C para 2040, debido a las emisiones desde ya emitidas, principalmente. Es enorme

Recordemos que con un aumento de más de 1 ° C, ahora estamos experimentando ciclones que coquetean casi sistemáticamente con el techo de categoría 5, inundaciones extraordinarias y mega incendios, picos de calor jamás alcanzados[1] y mega-sequías. Las cosechas australianas de arroz y sorgo por ejemplo, cayeron un 66% este año. Con + 2 ° C, algunas regiones de la zona intertropical ya podrían experimentar, varios días al año, situaciones donde la acumulación de calor y humedad saturan nuestras capacidades de regulación térmica: en ese caso ya no es posible, sin refugio en un lugar más fresco en un lapso de 7 minutos a lo máximo, regular y mantener la temperatura de nuestro cuerpo en 37 °, y así salvarse de una muerte certera. Con un aumento de la temperatura de 3.5 a 4 grados, esto duraría semanas e incluso se extendería más allá de los trópicos. Por lo tanto, el desafío no es  sino el de mantener la habitabilidad de la Tierra para la especie humana y demás especies.

Más allá de una mera parada repentina : organizar la desaceleración general

Y lo mismo ocurre con la situación en la que nos encontramos debido al Covid-19 : es parte de la situación física que hemos producido, la misma que requiere un cambio no menos radical: un descenso brutal en el transcurso de la proxima década (pero que hemos de emprender desde ya) de nuestra destructividad, asi como también de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, que deberían reducirse al menos a la mitad, para lograr la neutralidad de carbono a mediados de siglo[2] .

En otras palabras, en lugar de un retorno meteórico al crecimiento, deberíamos desacelerar (y más aún, reducir) repentinamente, y a largo plazo, nuestro consumo de energía e indiréctamente nuestro consumo a secas. La pandemia nos ha demostrado que es posible una breve desaceleración global, pero el esfuerzo para desacelerar de manera permanente será mucho más difícil. Tendrá que ser estructural.

¿Qué sería aconsejable para construir una velocidad de un crucífero económico compatible con el ritmo de la biosfera, vale decir un consumo global inferior la biocapacidad de un solo planeta?[3] . ¿Por qué inferior y no igual ? Para darnos un margen de regeneración de los ecosistemas y agroecosistemas que hemos destruido. Es una desaceleración significativa, que nos obligará a vivir definitivamente sin un crecimiento económico general. De hecho, estamos hablando de un cambio de civilización.

Asi, más allá de lo sucedido hasta ahora, no trendríamos más remedio sino el de modificar profundamente nuestras formas de vida, lo cual implica una reestructuración total del sistema productivo.

Reestructuración total, un cambio de civilización.

Tendremos que transformar los estilos de vida de los países más ricos, incluido el nuestro, simplemente por que las causas de la destrucción del sistema-Tierra, no son sino nuestros niveles de consumo de recursos energéticos, minerales, recursos pesqueros, tierras fértiles, agua, biomasa, etc. Solo un ejemplo: el 10% de personas más ricas de la población mundial emite la mitad de los gases de efecto invernadero, mientras la mitad más pobre de la población emite solo el 10% de estos mismos gases[4] .

Por lo tanto, se trata de inventar una nueva asociación de estilos de vida y técnicas, probablemente en su mayor parte de « baja tecnología». Ello requeriría una transformación profunda del sistema productivo, orientado principalmente hacia las infraestructuras (cuanto menos « virtuales »), con muy pocos objetos pequeños (que vendrían entonces a ser compartidos, modulares, reciclables y rescartables para todos), evitando objetos sofisticados y ricos en materiales y energía.

También debemos evaluar toda nuestra planificación urbana para que las ciudades sean habitables durante la temporada de calor.[5] , que ahora supera en gran medida el verano: con aceras y pavimentos, en particular, plantados de árboles, por citar tan sólo estos ejemplos …

Con la modernidad, tratamos de separarnos del “valle de las lágrimas” de la miseria. Nuestro objetivo fue producir siempre más. A pesar de las esperanzas expresadas por John Stuart Mill en el 19 º siglo, jamás fuimos capaces de conseguir algun « punto de equilibrio ». Seguimos persiguiendo hasta el absurdo la riqueza material y, lo que es más, durante los últimos cuarenta años a costa de una explosión de desigualdades en términos de distribución de la riqueza en la Tierra y dentro de cada nación, a pesar de que las clases medias de países elmergentes escaparon de la miseria.. Ahora estamos amenazados con el regreso al “valle de las lágrimas”, convertido éste en un desierto en llamas.

El consenso moderno está diseñado alrededor de la producción de riquezas y su distribución. El debate ardía en cuanto a los medios óptimos de producción y a los criterios para la redistribución de la riqueza producida.

Hoy en día, se trata de ponernos de acuerdo con respecto a la reducción necesaria de la producción y su distribución, es decir, la reducción necesaria de las brechas de riquezas. Dentro de este marco, no hay falta de material para la adversidad democrática: podremos diferenciarnos en cuanto al grado de reducción oportuno de las desigualdades sociales tanto como con respecto al nivel de disminución de la producción y los tipos de producción que tendríamos que favorecer o no.

Recordemos que a largo plazo, en este asunto, no hay intereses divergentes: continuar con las tendencias actuales es conducir a una planeta inhabitable para un sinnúmero de especies vivas.

El riesgo letal de un “retorno a la normalidad”

Muchas ideas respecto a lo que se nos viene ahora pueden preocupar y recordarnos las consecuencias de la crisis económica de 2008-2009. La tentación es fuerte, de hecho, de volver a la situación anterior, pero empeorándola aún más. En el hospital, la ” reestructuración ” se lleva a cabo con el fin de ” optimizar la oferta de atención pública ” : en otras palabras, suprimir cientos de puestos de trabajo y camas, ya sea en el Este de Francia[1], o en el norte de París, desde ya insuficientemente equipados . Los economistas ortodoxos vuelven a tocar su ya sabida musiquita: tendremos que “reiniciar la máquina”, “apostar todo por el crecimiento”, anteponer la economía a la ecología. Por el lado del poder político, ya escuchamos que las “reformas estructurales” y la “austeridad” redobladas son más que nunca necesarias para “pagar la deuda”.

A menudo son las mismas personas quienes, desde plataformas de expertos en puestos de prensa, hasta canales de noticias televisivos o radiofónicos, advierten contra supuestas fechorías de una ” ecología punitiva “.

Para estos autoproclamados “realistas”, cuya “realidad” es una abstracción sin precedentes en la historia de la humanidad, porque consiste en indicadores, diferenciales, nanosegundos y pura especulación (no de filósofos, por desgracia, sino de operadores de mercados financieros), es necesario recordar algunos hechos bien establecidos, que todos, con ocasión de este desastre de salud, hemos podido experimentar a veces en forma dolorosa.

Asi como fue necesario que ocurrieran dos veranos abrasadores para que nuestros contemporáneos comprendieran el significado del cambio climático, hemos tenido que padecer muertes y estragos para vivir y sentir los efectos desastrosos e irracionales de la famosa “RGPP” (Revisión General de Políticas Públicas) y demás medidas de gestión pública « neoliberal », basadas en el « flujo » en detrimento del  « stock ». El resultado de todo ello es que no tuvimos pruebas, máscaras y productos de limpieza, y se tuvo entonces que detener al país entero. Por ahorrar millones de euros en un universo estable, mutilando el Estado de bienestar con el supuesto de que todo estará bien, hemos terminado gastando cientos de miles de millones de euros : el mundo tiene sus imprevistos, la gestión “justo a tiempo” o la logística no tolera el más mínimo incidente. De ahí los costos encandilados.

Para quienes, ante la firmeza de las medidas que habrían de ser tomadas para “suavizar la curva” – hablamos aquí de la curva climática – estarían tentados a gritar “ecología punitiva”, recordamos que el castigo ya está ahí: la muerte de masa por contaminación, encierro general, brutal cierre de la economía, desperdiciando miles de miles de millones de euros. Añádese a esto el ataque contra los derechos y libertades fundamentales. ¿Quién, en estas condiciones, aún puede hablar de ecología punitiva sin caer en el ridículo?

Recuerde, hay quienes decían que para mitigar los efectos del desarreglo del planeta había que renunciar a demasiadas cosas, que todo ello era inaceptable: reducir nuestro consumo loco, reducir los gastos suntuosos, dejar de fabricar objetos inútiles (por ejemplo los 4×4 con motores rugientes), vuelos en avión … decían que el crecimiento no era negociable. Error, lo fue.

Cuando vemos los sacrificios a los que (casi) todos inclinan durante el confinamiento, todo aquello a que están dispuestos, precisamente, a renunciar, decimos que todo es posible . ¿Es necesario recordar que 48 000 personas mueren por año en Francia por la contaminación del aire, 15 000 por los efectos del desempleo, y que la ola de calor de 2003 dejó 19 000 muertos?

Volver a la situación anterior, volver a “iniciar la máquina” de manera idéntica, no sólo significaría que no hemos aprendido una lección de los anteriores desastres, sino sobre todo  que decidimos matar a todas estas personas, que lo seguiremos haciendo a sabiendas. Esto es obviamente inaceptable.

Las propuestas que vienen a continuación sólo proponen contribuir con los cambios estructurales de nuestras instituciones democráticas y económicas.

 Una visión y un programa.

El objetivo general es la adopción consensuada de un nuevo curso de civilización, cuyas líneas principales son:

– ECONOMÍA: Producir menor cantidad de bienes (sobriedad) y mejor (eficiencia), de tal modo que nuestras economías respeten los límites planetarios y sean regenerativas en lugar de destructivas ; también buscamos reducir las desigualdades de niveles de riquezas (ingresos y patrimonios).

– ESTADO: refundar la representación, enriquecer los procedimientos democráticos, proteger los bienes públicos y los bienes comunes. Dar un nuevo significado al servicio público.

Por supuesto, hay diferentes interpretaciones posibles de estos objetivos y medidas específicas que pueden ayudar a alcanzarlos. Dejamos a quienes quieran, en un espíritu de debate democrático, proponer otras interpretaciones y medidas de aplicación .

Hemos optado por proponer medidas, muy centradas en el Estado . Obviamente, esto no es incompatible con un enfoque de participación popular ( y todas las iniciativas de la sociedad civil que vayan en la misma dirección) , que también proponemos estimular. Pero enfatizamos que incluso estos procesos democráticos “de abajo hacia arriba” deben estar respaldados por garantías de seguridad . Mediante las siguientes medidas, nos hacemos con instrumentos poderosos para cambiar realmente las cosas.

Algunas de las reformas que proponemos podrían realizarse, tanto como sea posible, de inmediato, otras por el contrario exigen tiempo, por ejemplo, la reorganización del comercio internacional y de la globalización. Otras por último demandan una implementación dinámica y progresiva, trátese de ponerle un techo al consumo y de reducir el nivel de las desigualdades por ejemplo.

  1. Hacia una economía “real” al servicio de los bienes comunes (18 medidas)

Las degradaciones del Sistema Tierra son el resultado de la extracción energética y material de nuestros estilos de vida actuales y la forma en la cual invadimos los territorios más diversos y remotos. Las siguientes propuestas tienen como objetivo reducir el potencial destructivo de nuestras actividades y los estilos de vida que promueven dichas degradaciones. Buscamos conciliar este objetivo con una mejoría cualitativa en el bienestar y la justicia social, que se basa en el reconocimiento de la igualdad de dignidad de todos los seres humanos. Todas estas consideraciones nos obligan a transformar nuestros estilos de vida mediante la adopción de instrumentos que permitan la medición y limitación del carácter destructivo de nuestros estilos de vida, como la Huella Ecológica y las cuotas de consumo individual.

Medida 1: necesitamos indicadores sobre las consecuencias ecológicas y energéticas de los niveles de producción, y con respecto a su impacto sobre el bienestar humano.[6] Podemos ver en Europa un avance tímido de la inclusión de este discurso incluso en el campo de la derecha clásica.

Medida 2 – Reubicación máxima de la actividad a través de un proteccionismo coordinado y cooperativo a nivel internacional. Esta reubicación permitirá controlar más eficazmente los flujos materiales y energéticos a escala de un territorio; y evaluar su impacto en los ecosistemas. El objetivo es lograr una huella ecológica de menos de 1 planeta (objetivo parcial de 1,5 en 10 años), dada la necesidad de impulsar y fortalecer las capacidades regenerativas de los ecosistemas. Existe en la literatura internacional un indicador mixto que combina la Huella Ecológica y los Límites Planetarios, que debería ser adaptado en función de la escala de cada territorio.[7] Lo que importa sobre todo es iniciar un proceso de ajuste gradual de la huella ecológica.

Primero deben reubicarse aquellos sectores esenciales para la vida de la nación, como el sector alimenticio, los suministros relacionados con el sector médico y de salud, la energía, informática y la web (necesariamente a escala europea) y lógicamente la defensa.

Medida 3 – Modificación del derecho de las sociedades: el objeto corporativo debe especificar la contribución al bien común. Las empresas estarían sujetas a las restricciones que se desprenden de la Huella Ecológica y adoptarían una contabilidad tomando en cuenta la huella ecológica y la dinámica ecológica global de los ecosistemas. Para ello, las empresas adoptarían una contabilidad de tres capitales: activos clasicos, capital social y capital natural, los tres siendo “no-fungibles” (en otras palabras, no sería posible una compensación, ni siquiera una ponderada).  [8] Este enfoque, asociado con la necesaria transformación de la gobernanza corporativa (para hacerla más democrática) equivale a generalizar los principios de la Economía Social y Solidaria (ESS) de la transformación ecológica[9]   a todas las empresas y todos los sectores de actividad (internacionalización de externalidades negativas, participación y autonomía)[10] .

También es necesario cambiar las reglas de la empresa sobre la transparencia de los accionistas: de tal manera que todos sepamos, de forma pública y transparente, quién financia qué.

Medida 4: Contabilidad de materia / energía e introducción de cuotas de energía / materia por individuo (variable según la ubicación geográfica y la componente “rígida” de los gastos), con el fin de limitar democráticamente, de manera progresiva, el consumo de energía / materia (y particularmente el consumo de energías fósiles, emisoras de CO2). Dichos límites pueden establecerse no sólo para compras directas de energía, sino para todos los productos (cada producto se marcaría con un “precio”[11] en energía / materia, y cada compra se transfiere a una cuenta personal). La cuota sería calculada por bio-región, de acuerdo con la siguiente fórmula : huella ecológica = 1 / número de habitantes de la bio-región. Estos límites máximos irían acompañados de perecuación para garantizar a todos los franceses unas condiciones de vida justas: las regiones menos dotadas podrían recibir “transferencias de cuotas” de las regiones mejores dotadas respetando en ultima instancia una huella ecológica inferior o igual a 1. Sin estos limites, absolutos y no negociables, es imposible reducir las emisiones en un territorio determinado. La única otra opción existente consiste en permitir que el mercado determine el precio del consumo “fuera de cuota” (éste es el principio que rige los famosos “Mercados de cuotas” “, el mismo que se propuso para la llamada ” tarjeta de carbono “, creada por los británicos antes de la crisis de 2008, permitiendo que los ricos pudieran comprar sus cuotas a los pobres). Este sistema equivaldría a marginalizar  una gran parte de la población y a aumentar las desigualdades sociales[2].

En el fondo, se trata de volver a un modo de gestión multisecular, el de los denominados “bienes comunes”, el mismo que siempre conlleva, tal y como lo demostró la economista  Elinor Ostrom , rigurosas reglas de uso. Recordemos que nos encontramos actualmente en una situación que podríamos calificar de “sobrepastoreo climático y biológico”.

Medida 5: extendidas a cualquier tipo de consumo, las cuotas de energía / materia tienden a relativizar la eficiencia de la llamada “señal del precio”. La señal del precio se vuelve relativa en una economía de cuotas (es decir cantidades máximas de consumo por persona) individuales, cuyos límites máximos disminuyen progresivamente para alcanzar los objetivos establecidos democráticamente : el consumo de bienes escasos ya no está regulado por su precio, sino limitado “a priori”. Las cuotas se establecen de acuerdo a un principio de equidad (tomando en cuenta la situación de cada persona y en particular el nivel de flexibilidad de su consumo diario). Las diferencias de consumo (entre ricos y pobres) terminan siendo de servicios “puros” (sin contenido de energía o materia) o elementos patrimoniales (obras de arte, bienes y raíces). Sin embargo, los servicios también terminarán siendo bienes escasos (en efecto, la productividad de las actividades de servicio puro no progresa o es muy baja: por lo tanto, las cantidades de servicios disponibles en el mercado dependen directamente del nivel de la Población Económicamente Activa (PEA): las mismas son constantes a corto plazo). Uno podría temer lo siguiente: siendo los servicios escasos, no será entonces que se volverán caros, y que su consumo terminará restringido a las personas más ricas? Recordemos sin embargo que, de acuerdo a lo que aquí proponemos, las desigualdades de ingresos y riquezas también se encuentran democráticamente limitadas (proponemos que la amplitud de la brecha sea definida por via de referéndum): por lo tanto, las disparidades con respecto a las cantidades consumidas (incluyendo servicios) también lo serán.

Medida 6 – Deuda pública: proponemos que el Estado francés deje de pagar los intereses de la deuda pública acumulada desde 1974 , fecha en que se canceló el privilegio del Banco de Francia de emitir moneda: el monto de intereses cumulados representa el 70% de la deuda francesa a la fecha, el mismo que terminaría borrado simple y llanamente. La independencia del Banco Central y el uso del mercado de bonos para refinanciar a los Estado respondieron en un inicio a la intención de evitar que los Estados ejercieran su prerrogativa de creación monetaria. Por ello se optó por delegársela a entidades independientes. Esta decisión parece, en retrospectiva, tanto más injustificada por cuanto los bancos centrales independientes (el BCE o la FED, por ejemplo) adoptaron recientemente (o planean hacerlo) instrumentos de política monetaria “poco ortodoxos” ( por ejemplo la famosa “flexibilización cuantitativa” o el llamado ” Helicopter Money People “), el equivalente exacto de la creación monetaria a ciegas, a la que los ortodoxos querían que los Estados no pudieran recurrir, apenas se encontrasen sumados en dificultades de pagos.

 

Somos conscientes del hecho de que esta propuesta penaliza a los inversores que detentan bonos de Estado , pero tengamos en cuenta que responde al interés de la mayoría, quien por ahora ha de sufragar un impuesto para el pago de intereses ilegítimos de la deuda pública.

Medida 7 – Proponemos devolver al Estado los instrumentos de gestión monetaria y financiera , esenciales para la reorientación de los flujos de inversión y la relocalización del consumo y la producción. El primer paso será poner fin a la independencia de los bancos centrales . Esta medida equivale a devolver al Estado el instrumento para la gestión pública del dinero y los servicios financieros. Estaría acompañada por la nacionalización total o parcial del sector bancario (éste último fue nacionalizado de facto desde la crisis de 2008 en la medida en que el Estado  garantizó, en última instancia y sin límite de monto, no solamente los depósitos de los ahorradores, sino el conjunto de deudas de la banca francesa, cuales sean sus orígenes).

Somos conscientes de la resistencia de los gobiernos europeos a semejantes ideas. Francia entablará las gestiones con sus socios para convenencerlos de la urgente necesidad de tal política. En caso de que no tenga éxito, podría decidir recuperar su soberanía monetaria : en este caso, se declararía a favor de mantener el Euro en forma de moneda común y ya no “única” , según la propuesta anteriormente formulada por Grecia [12] . En este caso, Francia adoptaría una política monetaria basada en el pluralismo monetario y el reconocimiento de monedas locales y complementarias (vectoriales, dedicadas, etc.), para cumplir con el objetivo de la viabilidad ecológica y social de la producción y el consumo (huella ecológica menor o igual a 1, reducción de las desigualdades de ingresos y patrimonio en función de una amplitud determinada democráticamente, que habría de ser luego aplicada a priori a todo tipo de bienes e ingresos).

Medida 8 – Implementación de un “Ingreso de Transición Ecológica” (ITE)[13] . El ITE está destinado a personas físicas que emprenden un cambio de actividades orientadas hacia la ecología y los lazos sociales. La remuneración del mercado por estas actividades (por ejemplo: agroecología , permacultura , artesanía, baja tecnología ) es a menudo mucho menor que su valor real. El ITE incluye un componente monetario y un componente de apoyo técnico dentro del marco de una “cooperativa de transición ecológica” (CTE) que es menester establecer formalmente para poder beneficiarse del apoyo. Una CTE tiene varias funciones principales: financiera (pago del ingreso de transición ecológica); técnica (herramientas para líderes de proyectos en términos de capacitación y apoyo, para una transición progresiva a través de sus distintas etapas); mutualización de  costos, prácticas y conocimientos dentro del grupo así conformado. Las personas y las iniciativas ya activas o emergentes en la transición, por lo tanto, ganan visibilidad y se convierten en palancas para cambiar la escala y revitalizar los territorios. El principal interés del ITE es confiar en las personas, redes y estructuras ya existentes: las fortalece al convertirlas en CTE. Una CTE puede adoptar diferentes formas legales: una sociedad colectiva de interés colectivo (SCIC) integra varias estructuras democráticas, incluidas las cooperativas de actividad y empleo (CAE), empresas locales, comunidades. La primera CTE se creó en 2019 en el municipio de Grande-Synthe con el deseo de contribuir directamente a las políticas de transición territorial (agrícola y alimentaria; transición energética; movilidad; economía circular, etc.). Otra CTE se está creando actualmente en el departamento del Aude. Las áreas experimentales se están relacionando unas con otras y conformando una red. Así es como el ITE tiende a convertirse en un nuevo modelo económico ecológico y social, por medio de un proceso ascendente .

Medida 9 – Inevitablemente, las desigualdades de ingresos (salarios, ingresos de capital) habrían de ser encuadradas dentro de una amplitud cuyo rango se definiría democráticamente, por vía de referéndum. Así como el ingreso de transición ecológica cierra la distancia entre el ingreso considerado “mínimo” y la remuneración real del mercado, el ingreso máximo es el producto de una decisión democrática que prohíbe la “sobre-remuneración” del mercado, cuando ésta introduce diferencias de ingresos que la sociedad en su conjunto considera perjudiciales al interés general. La misma lógica prevalece en un caso como en el otro : el límite inferior y superior del ingreso se determina democráticamente. Sin embargo, los méritos de cada uno no se pasan por alto : la sociedad tiene una amplia gama de instrumentos para reconocerlos a su valor razonable (los cargos y honores de todo tipo son una justa retribución, no monetaria claro está, de estos méritos y virtudes) .

Medida 10 – Impuestos ecológicos y sociales (exención del IVA y modulación del impuesto a la renta de acuerdo con el balance de consumo “energía / materia”). Este sistema tributario tiene como objetivo incentivar a los consumidores para que adopten un comportamiento de consumo “virtuoso” y así acompañar la implementación de las cuotas específicas definidas en los puntos 3 y 4. Dicho en otros términos, si se establece primero una cuota alta por individuo, un sistema de modulación de la tasa del impuesto a la renta de acuerdo con el balance energía / materia del consumo del año, puede conducir a una mayor sobriedad. Esta solución es interesante siempre que el techo sea lo suficientemente alto y aliente a los consumidores a reducir su consumo “no virtuoso”, hasta que se ajuste al techo “meta”, el mismo que será reducido gradualmente.

Medida 11 – Agricultura : hacia una ” agroecología libre de carbono “. Hay una necesidad urgente de establecer un modelo de agricultura con una productividad elevada por unidad de cultivo, pero de baja productividad por unidad de trabajo (es decir, trátese de una agricultura que remunera poco a los productores, pero que satisface la necesidades de consumo global mejor que la agricultura convencional).. Tal agricultura eventualmente requerirá movilizar entre 15 y 30 % de la Población Económicamente Activa, abandonando casi por completo la motorización en base a combustibles fósiles y haciendo un uso masivo de energía muscular (animal o humana). Esto también implica imponer una reducción gradual del uso de pesticidas sintéticos (perjudiciales para toda la biodiversidad) y fertilizantes sintéticos, que vienen a ser otro elemento importante en el uso / dependencia de los combustibles fósiles en la agricultura.  

Renunciar en forma tajante al antiguo modelo también es una forma de proyectarse en el nuevo, el mismo que convertiría a la agricultura en el primer sector económico de secuestro de carbono, tal y como lo solicitan los escenarios del IPCC que todos los países han aceptado con base del acuerdo de la COP 21, por el que Francia se siente tan orgullosa. Este modelo también incluye un retorno a la integración de los árboles en nuestras prácticas agrícolas, entre sistemas forestales, agroforestales y silvopastoriles (se trataría entonces de ponerle un pare a la consolidación de la tierra bajo la forma de grandes parcelas de monocultivos). Para evitar que estos cambios desencadenen una nueva estratificación social, que separaría a individuos que se dedican a actividades cuya productividad horaria es baja, y otros que por el contrario se dedicarían solamente a actividades con alto valor agregado y alta productividad horaria, proponemos que la movilización agrícola para el cambio de modelo agropecuario involucre a toda la Población Economicamente Activa (PEA), en forma de una actividad agrícola a tiempo parcial, especialmente en períodos del año en que  los requisitos de mano de obra de trabajo son muy altos (períodos de sembríos, preparación del suelo, control de malezas, etc.). El régimen de actividad del futuro sería, por lo tanto, el de la “poliactividad intermitente”, en que cada individuo  podría dedicarse, alternativamente y por fases, al mantenimiento de la vida (de la cual la agricultura es una forma esencial) y a otras actividades productivas o de servicios. Esta alternancia también tendría virtudes democráticas (ya que colocaría a todos los campesinos, permanentes o intermitentes, en pie de igualdad y cooperación) y culturales, porque restablecería el vínculo entre todos los habitantes humanos del territorio nacional y aquellos pertenecientes a la “otra sociedad” de especies vivas que habitan este mismo territorio.

Medida 12 – Agricultura: hacia la liberación de semillas y la diversificación genética. La liberalización de las semillas en el dominio público es un elemento importante de la autonomía y la seguridad alimentaria. Actualmente, gracias al trabajo institucional de varios actores, a nivel nacional y europeo, se han logrado avances significativos para la rehabilitación y reapropiación de recursos genéticos nativos (semillas de los agricultores – variedades ancestrales, etc.). El actual sistema regulatorio del mercado de semillas debe terminar. Las semillas de los agricultores también están libres de derechos de propiedad intelectual, patentes o VOC (titular de un Certificado de Obtención vegetal). Finalmente, los trabajos en curso (INRA – CIRAD DE MONTPELLIER) tienden a mostrar que las semillas de los agricultores, a diferencia de las semillas industriales, son ricas en endófitos (ecosistemas microbianos simbióticos), los cuales contribuyen fundamentalmente a la vida de las plantas y de los suelos. 

Ninguna ley prohíbe volver a sembrar semillas de su campo o jardín, especialmente si se encuentran en dominio público, por lo que son libres de derechos de propiedad intelectual … Sin embargo, el privilegio de la industria (presentación de patentes de las semillas) le sirvió como un trampolín para acaparar las semillas libres de los agricultores y su uso libre. El GNIS (Agrupación nacional interprofesional de semilleros), por ejemplo, es un organismo ambiguo que juega un doble rol, representando los intereses privados de las empresas que lo consituyen (Bayer, Monsanto, Dupont, Pioneros Syngenta, Limagrain, etc.) y encargado por el Estado francés, de gestionar el sector oficial de semillas y representar al Estado francés en todas las misiones oficiales relacionadas con la regulación de semillas… Esta situación es insostenible desde un punto de vista ético y peligroso para la biodiversidad, es decir para el futuro de la agricultura. Proponemos eliminar las patentes de las semillas.

Medida 13 – Agricultura: “recuperación de tierras”. La preservación y distribución de tierras agrícolas, que aún desaparecen en un ritmo de 1 departamento cada 6 años en Francia, es una problemática mayor para la sostenibilidad de nuestra sociedad. Las tierras cultivables que garantizan nuestro futuro alimentario se derrumban en total indiferencia. El efecto es aún más dramático en los países del Sur (Asia – África – América Latina) por el acaparamiento cuya magnitud constituye una amenaza global para la humanidad, con consecuencias irreversibles a corto plazo. La apropiación y concentración de la tierra para unos pocos conduce a la destrucción de las sociedades campesinas, la exclusión de millones de pequeños productores, la destrucción de los ecosistemas y de recursos hídricos y la aceleración el fenómeno del calentamiento global. Los campesinos son millones de víctimas de las evoluciones actuales en las estructuras agrarias que violan los derechos de las poblaciones y literalmente saquean los territorios, creando precariedad y escasés de alimentos en todas partes. Sin embargo, la agricultura campesina es de diez a cien veces más productiva por unidad de medida que la agricultura industrial y hoy en día todavía suministra alimentos para el 75 % de la población mundial con solo el 25 % de las tierras agrícolas y muy poca proteína animal. Para poner fin a esta deriva en Francia, las llamadas SAFER (Sociedades de Ordenamiento y Establicimiento Rural) verán redefinidas sus misiones y se reforzarán sus prerrogativas legales: mantenimiento y desarrollo de la agricultura familiar (practicar la policultura agroecológica), apoyo a los nuevos campesinos que deseen participar en un programa de “reconquista campesina”, poderes de investigación para derrotar operaciones que eluden la ley de tierras   [14] .

Medida 14 – Fin de la metropolización. La alternancia descrita (12 – §2) requiere acercar el lugar de residencia a las áreas agrícolas, para reducir el gasto energético vinculado al transporte de personas y productores (circuitos cortos). Las políticas de planificación del uso de la tierra apuntarían hacia aglomeraciones de 300,000 habitantes en promedio. Las distancias desde el hogar al trabajo se reducirían hasta tal punto que podrían cubrirse utilizando energía muscular o transporte público, cuyo costo sería más bajo para la comunidad a medida que las distancias que se cubran serían mas cortas. La redistribución de la población en el territorio podria fomentarse mediante una tributación ecológica y social adaptada (por ejemplo, la tributación de la propiedad podria reducirse en las zonas con una fuerte contribution ecológica y social, y el déficit para las comunas sería cubierto por el Estado). Tales cambios se desarrollan durante décadas.

Medida 15: Una política de transporte público integral o mutualizada a escala de pequeños colectivos (individuos + equipaje). El transporte individual se reducirá gradualmente, por una cuota de carbono / transporte; esto se reduce a medida que se refuerce la oferta alternativa de transporte público.

Medida 16: Cese inmediato de los subsidios a los combustibles fósiles. Esta medida no requiere ningún requisito previo porque nada, ni la racionalidad económica ni el interés general justifican estos subsidios: deben su existencia sólo a las participaciones cruzadas del Estado en las empresas extractivas. Su rentabilidad neta mantiene una dependencia del Estado hacia los combustibles fósiles y lo arrastra hacia una diplomacia y operaciones externas con el objetivo de garantizar el sumnistro de combustibles fósiles.

Medida 17 – Fin de los paraísos fiscales. Para eliminar completamente el uso de empresas en paraísos fiscales, la ley establecería sanciones penales aplicables a los gerentes (incluidos los accionistas). La repatriación fiscal de los activos en poder de las empresas y los individuos permitirían devolver al Estado recursos (la perdida fiscal se estima actualmente por los 5 mil millones de euros por año, los activos netos de los franceses mantenidos por los paraísos fiscales por encima de los 300 mil millones de euros) que podrían dedicarse a la conversión ecológica.

  1. Hacia un Estado garante del bien público y de los bienes comunes (7 medidas)

El objetivo general es abrir una dinámica democrática que conduce a una transformación gradual de las instituciones. Actualamientes nos encontramos en un punto de inflexión en el cual es imposible anticipar la forma que tomarán las instituciones del futuro. Somos responsables de iniciar las medidas necesarias para esta metamorfosis en un largo plazo.

Medida 1 – Reforma constitucional introduciendo en el artículo 1 “El Estado es garante del respeto de la Huella Ecológica y de los Límites Planetarios”. Artículo que se referiría a una ley orgánica que especificaría los indicadores seleccionados. Sería aconsejable, como hemos visto, después de haber logrado disminuir el nivel actual de destructición ecológica hacia una huella de 1 planeta (con un objetivo intermedio de 1.5 planetas en 10 años, alineado con el esfuerzo de reducir a la mitad las emisiones de carbono en 10 años), mantener el techo por debajo de este umbral de 1 planeta, mientras sea necesario para la regeneración de los ecosistemas,. El principio de no regresión en el derecho ambiental también se incorporaría en el mismo artículo. Así, el principio de viabilidad ecológica se incluirá en el “bloque de constitucionalidad”. También sería constitucionalmente reconocida una extensión del Estado del sujeto de derechos (considerado en una forma no plenaria) a los ecosistemas o a los elementos que los conforman (ríos o glaciares, por ejemplo).[15]

Medida 2 – Reforma del poder legislativo para fortalecer su representatividad y darle los medios para legislar con una visión de largo plazo, tomando en cuenta la complejidad de los retos ambientales y sociales;

Creación de una “cámara del futuro” que permitirá tomar en cuenta una visión a largo plazo, y la complejidad de los retos que tenemos por delante, y que se introduciría en el sistema constitucional entre la asamblea nacional y el Senado.[16] . Esta cámara, que no estaría compuesta por representantes elegidos, sino que en parte sería una emanación del actual Consejo Economico Social y Ambiental (CESE en francés), en parte fruto de la cooptación de personalidades calificadas (conocida por su compromiso a largo plazo[17] ) o escogidas por sorteo, se agregaría a las dos cámaras ya existentes y dispondría de las siguientes prerrogativas, sin poder gobernar por sí misma:

  • Monitoreo del trabajo en la Comisión Jurídica de la Asamblea Nacional y posibilidad de alerta si el examen de un proyecto de ley o de una propuesta de ley permite detectar una contradicción con el artículo 1 de la Constitución, tal y como se redefinió (ver punto anterior).
  • Veto suspensivo, el cual obligaría a las cámaras a debatir nuevamente un proyecto de ley, cuando éste fuera considerado por la cámara del futuro como siendo contradictorio con el con el articulo 1 de la Constitución.
  • La cámara también tendría poder de solicitar el fallo del juez constitucional en caso de cualquier otra posible inconstitucionalidad detectada.
  • Monitoreo de logros en territorios ejemplares en términos de huella y estilos de vida ecológicos, con el fin de alertar al parlamento para que éste evalue la posibilidad de elaborar un proyecto de ley que permita que estas experiencias cambien de escala.

Esta cámara, como las demás cámaras del poder legislativo, sería apoyada, en el ejercicio de sus funciones, por dos colegios independientes . Primero, un “colegio del futuro” ( clima, biodiversidad, sociedad y civilización) cuyo papel sería de evaluar y producir síntesis de la evolución del conocimiento sobre los principales desafíos a largo plazo. En segundo lugar, un colegio de la participación: trataríase de una agencia independiente, tanto organismo metodológico como organismo organizador, el mismo que cumpliría con el objetivo de organizar debates públicos en el territorio (esta agencia sería por tanto una evolución de la actual denominada Comisión Nacional del Debate Público). Para la organización de debates repecto de los impactos en el largo plazo de las políticas públicas, esta cámara podría recurrir a la pericia proporcionada por el colegio del futuro.

También sería necesaria la institución de un equivalente de los votos suizos, de un referéndum de iniciativa popular (con la debida conformidad constitucional preliminar, otorgada por el juez constitucional, para evitar que se aprovechen circunstancias emocionales particulares). Señálese además que nada impide derogar, en ciertos casos, a la regla de la mayoría (el 50 %+1 de los votos determina el resultado del sufragio). El llamado “juicio mayoritario”, es decir, una forma de escrutinio en que una opción no elimina a las demás, sino donde por el contrario es posible evaluar las diferentes opciones para quedarse finalemente con la que obtuvo mejor evaluación, constituye un procedimiento muy interesante: da mejor cuenta de la pluralidad inherente a la sociedad y de la forma en que ésta percibe la diversidad de caminos que tiene a su alcance.

También podríamos aprender del episodio Brexit . Si las voces de los jóvenes hubiesen sido “sobreponderadas”, por ejemplo, jamás hubiera vencido la opción por el Brexit . Por supuesto, tal ponderación está en total contradicción con el principio absoluto de la igualdad de votos. Pero uno podría imaginar que se esclareciera la realidad de votos mediante un mecanismo que otorgaría un peso mayor a los votos de acuerdo con la esperanza de vida teórica de los votantes. Esto con el fin de permitir apreciar el voto con mayor rigor, sin que se deba tener en  cuenta aritmética y legalmente. Tal información tendría sin duda un impacto, los funcionarios electos habrían de tener en cuenta la realidad de la votación …

Transformación del Senado en una “Asamblea de bioregiones” , cada una de ellas dotada de una relativa autonomía para adaptar a las realidades de cada territorio las normas decididas a nivel nacional.

Modificación del modo de designación de representantes que seden en las dos cámaras de pleno ejercicio (Asamblea Nacional y Senado) mediante la introducción de una componente de designación en base a sorteo, hasta un tercio de los escaños. Además, para diversificar el grupo de posibles candidatos, se establecería un “estatuto del funcionario electo” : este estatuto estipularía que se ofrecería a cualquier individuo electo a nivel nacional, al final de su mandato, un puesto en el servicio publico. Esta reforma evitaría que los empleados y demás trabajadores se sientan disuadidos de solicitar el sufragio de sus conciudadanos, por temor a no poder conseguir de nuevo un trabajo al concluir su mandato.

Medida 3 – Un servicio público, baluarte contra la privatización y la apropiación indebida del “bien público” . Con el fin de fortalecer la legitimidad de los agentes de la Administración Pública del Estado, y para atarlos firmemente al destino del país, proponemos extender el período de compromiso[3] – 15 años en lugar de 10 – y prohibir totalmente que las empresas o los propios individuos puedan compensar mediante un “pago” su compromiso de servicios. Un funcionario que decidiera retirarse del servicio activo del Estado perdería cualquier posibilidad de volver a integrarlo, al menos en puestos que impliquen el ejercicio de responsabilidades ejecutivas. Finalmente, también proponemos que se renuncie a hacer uso de indicadores cuantitativos y “contables” en el manejo de recursos públicos: deberían tan solo medirse la eficiencia de la gestión pública en base a impactos y metas finales.

Medida 4 – Transitar desde el Estado de bienestar hacia el Estado del “regenerar” . Este último ofrecería una garantía de solidaridad universal, proporcional a los ingresos de cada uno y que cubriría toda la amplia gama de riesgos, incluidos los ecológicos. Lo que proponemos aquí, en resumidas cuentas, es que la  “seguridad” se convierta en un horizonte de civilización, en un mundo por lo demás inestable, debido al Cambio Climático, amenazado con vulnerabilidades ecológicas que no tienen precedente alguno. … En un mundo así, el afán por la “seguridad” se convierte en un valor central, y la garantía de una vida estable el sustituto del apetito por la “ganancia” y la distinción social por el “haber”,los mismos que hasta ahora habían representado el imaginario social del capitalismo. :

Eliminación de ONDAM[4] y gestión del seguro de salud por calidad en lugar de costo .

Suprimir el techo de  las contribuciones al seguro de salud[5]

Reforma del sistema de pensiones : proponemos volver a un sistema  basado en beneficios fijos (en vez de contribuciones fijas, tal y como se propone con la actual reforma) y poner a contribución, para tal propósito, todo el sistema productivo (trabajo y capital) y no sólo al trabajo. Eso permitirá financiar el sistema en su conjunto[6].

Garantía de actividad : la actividad (no sólo el “empleo”) es una dimensión esencial de la vida social. El “Estado de regenerar” debe ofrecer a todo ciudadano la posibilidad de llevar a cabo una actividad. El ITE podría ser percibido siempre y cuando la actividad cumpla con la estrategia de transformación ecológica y social (ver a continuación medida 8) . 

Medida 5: Enmarcar la acción del ejecutivo mediante el objetivo constitucional de una fuerte sostenibilidad, el cual vendría  a formar parte del bloque de constitucionalidad (así como forman parte de tal bloque la declaración universal de derechos humanos de la ONU). Se realizaría además una évaluación periódica por parte de la representación nacional y de los ciudadanos (por medio de comisiones independientes) de los impactos ambientales y sociales de las diversas políticas públicas (véanse los indicadores previstos por la ley SAS[7], etc.).

Medida 6: el punto anterior requiere el restablecimiento de una gestión global (trataríase no de un “plan” sino de una estrategia plurianual) por impactos. Los objetivos de impactos se coordinarían idealmente a nivel internacional (ver más abajo): El Estado así garantizaría que se alcancen los objetivos, pero dejaría a los actores de la sociedad civil plena libertad para acordar los medios para alcanzarlos.  El presidente del Gobierno debe poder contar con una “Coordinadora Nacional de Transformación ecológica y social”, la misma que involucraría a los Ciudadanos de la sociedad civil, Empresas Reformadas (cf . Supra, A. Medida 3), bio-regiones y Servicios Técnicos y del Estado.

Medida 7 – Reforma de la educación y la investigación, otorgando el primer lugar, en lo que respeta a la primera, a la cooperación y la creatividad y, en lo que respeta a la segunda, a las ciencias ciudadanas y participativas, sin tampoco restarle importancia a la investigación fundamental, más esencial que nunca. Se trataría aquí de asociar a cada individuo con el monitoreo del ecosistema en el que vive, cuyas evoluciones observaría sigilosamente: se encargaría a cada persona voluntaria la tarea de realizar en forma regular y mediante métodos comprobados unos “registros de los seres vivos”, con el fin de evaluar mejor cómo responden los ecosistemas a los cambios que se dan en las actividades humanas. Ningún dispositivo meramente mecánico nos permite tener una idea cabal de la “productividad global” o de la “producción termodinámica global (output)” de un ecosistema : he aquí una limitación bien conocida de todos los métodos de evaluación del impacto ecológico de las actividades económicas  y flujos de energía . Por ello será necesario asociar a los humanos a esta labor de vigilancia termodinámica diaria. Este enfoque tiene además virtudes culturales, ya que implicaría que cada voluntario (y potencialmente cada ciudadano) aprendiera a observar (mirar, escuchar, detectar) los cambios en la “sociedad de seres vivos” que moran en su alrededor.

  1. Propuestas internacionales (10 medidas)

Las propuestas que estamos haciendo a nivel francés adquieren su pleno significado si forman parte de una política coordinada de refundación del orden internacional, que convertiría a la ecología en su cimiento y horizonte .

El primer paso sería el de coordinar el esfuerzo colectivo para enfrentar la emergencia de salud y salvar el mayor número posible de vidas humanas (Fase 1). Esta coordinación puede prefigurar otras formas de organización internacional, de las cuales ya podemos distinguir las líneas principales (Fase 2), así como es posible para nosotros determinar los ejes sobre los que podría descansar una “estrategia de convergencia ecológica” a largo plazo (Fase 3).

Fase 1 : Una respuesta internacional a la emergencia sanitaria y ecológica.

Medida 1: Una AG de la ONU extraordinaria para coordinar las políticas de salud en respuesta a la crisis. Esta Asamblea General debe reunirse con la máxima urgencia, teniendo en cuenta la necesidad de una coordinación que exceda con creces el perímetro de las políticas y sistemas de salud pública de la OMS. Las políticas migratorias, económicas y ambientales son tan necesarias como las políticas de salud propiamente dichas para enfrentar la crisis múltiple causada por la pandemia.

Medida 2: la redacción de una declaración internacional , aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas o por un grupo de Estados voluntarios, para respaldar una “ política de la vida” basada, entre otras cosas, en el proteccionismo concertado y solidario. Esta “política de la vida” establecería un marco de derechos para los humanos y otras especies vivas y determinaría las “necesidades” que las sociedades humanas deben satisfacer. Dicha lista permitiría distinguir las necesidades esenciales de las demás y limitar la tentación de las sociedades humanas de satisfacer unas como otras a expensas de los ecosistemas terrestres.

Medida 3: esta declaración podría dar paso a un “programa de convergencia internacional , cuyo fin sería que todos los países miembros consigan una huella ecológica promediada menor o igual a 1, al tiempo que satisfacen las “necesidades” que aparecen en la declaración.

Algunos países deben liderar con el ejemplo y, por lo tanto, crear una especie de cartel (solidaridad muy fuerte entre los países que se comprometerían desde ya ).

Fase 2 : cambios estructurales del orden internacional que permiten la coordinación de políticas ecológicas ;

Medida 4 – Jubileo de deudas públicas . Las deudas públicas “odiosas” (contraídas por regímenes corruptos), las deudas públicas de todos los países de bajos ingresos, deudas públicas contraídas después de la crisis de 2008 para salvar el sistema bancario, así como deudas contraídas por los gobiernos ante los bancos centrales para enfrentar la pandemia, serían simple y llanamente canceladas. Nosotros cuestionamos el fundamento moral de estas deudas: consideramos su origen ilegítimo.[18] . En el futuro, el uso de la deuda pública estará estrictamente controlado, de modo que la liquidez no podrá colocarse en activos financieros especulativos. En particular, de ahora en adelante sería imposible refinanciar los bancos sin tener garantías con respecto al tipo de uso que éstos harían del dinero público (mediante leyes de separación bancaria, prohibición de actividades por cuenta propia, etc.). El jubileo de las deudas (públicas o privadas) no es una moda pasajera: responde a una realidad histórica. Basta aquí recordar el jubileo de las deudas de los países pobres que se llevo a cabo en el año 2000 después de una campaña internacional.

Medida 5 – Fin de la independencia de los bancos centrales, para recuperar el instrumento de política monetaria . Gestión pública del dinero y servicios financieros: nacionalización del sistema bancario y establecimiento del pluralismo monetario a través del reconocimiento de monedas locales y complementarias, que podrían set convirtidas en “moneda nacional” (al igual que las “monedas nacionales” de la zona euro podrían ser convertidas, mediante una tasa de cambio determinada políticamente, en “euros”, con el fin de realizar ventas y adquisiciones en el mercado internacional).

Medida 6: A su vez, solicitamos el establecimiento de una moneda de reserva y de cambio internacional , cuya tasa de cambio y condiciones de uso serían determinadas por un consejo compuesto por representantes de todos los países involucrados en el intercambio internacional (para adquisiciones fuera de la zona euro, el euro tendría que ser canjeado en esta moneda de reserva). Las tasas de cambio se establecerían políticamente, de acuerdo con el tipo de producto o servicio, de tal suerte que se fomentarían los intercambios ecológicamente virtuosos y por el contrario se buscaría ponerle freno a los demás intercambios [19] .

Medida 7 – Restauración del control de flujos de capitales . Todas las medidas señaladas hasta ahora pueden conducir a una fuga de capitales fuera de Francia. Los detentores de capital tratarían de colocar sus haberes en activos rentables en países donde el derecho corporativo y las políticas tributarias son más provechosos para ellos. La única forma de revertir esta tendencia y evitar movimientos especulativos a corto plazo es restablecer el control de los flujos de capital (la entrada y salida del territorio nacional, la compra o venta de la moneda en uso en el territorio nacional). Francia podría abogar, en nombre de todos los países, para que dicho control se restablezca internacionalmente. Con esto se le pondría punto final al sistema de cambio flotante, que introduce una gran inestabilidad en la economía mundial, de tal suerte que se haría imposible especular sobre el tipo de cambio. Dentro de la Unión Europea, Francia defendería el principio de la “moneda común” del Euro (véase supra), el mismo que permite que se realicen devaluaciones competitivas con el fin de corregir, al menos en parte, las diferencias de productividad entre los países de la Unión Europea. En caso de no convencer a sus socios de la Unión Europea, Francia podría dejar el Euro sóla y volver al Franco. Finalmente, el control de los flujos de capital puede ir acompañado de un impuesto destinado a desalentar los excesos de flujos demasiado repentinos o de muy corto plazo: el impuesto a las transacciones financieras (la llamada Tasa Tobin), si la tasa se calcula correctamente, desalienta los movimientos especulativos a muy corto plazo, al igual que una regla que establecería una duración mínima para conservar activos antes de colocarlos de nuevo a la venta. Algunos dirán que con ello los mercados financieros serán menos “líquidos” y por ende menos eficientes: nosotros respondemos que ése es precisamente el objetivo perseguido. El rendimiento o la eficiencia que aquí buscamos incrementar no son financieros sino ecológicos y sociales : desde este punto de vista, una mayor duración promedia de detención de activos, préstamos con duraciones más largas y tasas más bajas tan sólo tienen ventajas, así como lo demuestra la experiencia de la Finanza Solidaria . Este sector también ha hecho gala de una notable robustez, incluso en tiempos de crisis.

Fase 3 : una estrategia internacional de convergencia ecológica.

Los objetivos ecológicos son, por definición, globales. No puede haber una política ecológica que no esté coordinada internacionalmente. Si embargo, Francia puede dar el ejemplo, partiendo de los objetivos establecidos por la literatura y las autoridades internacionales: una política ambiciosa de transformación ecológica a escala de Francia podría percibirse no como  un reto, sino como una propuesta abierta hacia un nuevo orden internacional que Francia desea y cuyas formas y medios adoptaría por su cuenta, sin esperar que otros sigan su ejemplo.

Medida 8: una globalización solidaria y decreciente, basada en una reubicación máxima de actividades y en sistemas de coordinación por subsidiaridad (las llamadas “muñecas rusas”): esto daría paso a una institucionalidad global cuyos elementos constitutivos serían áreas regionales autosuficientes y ecológicamente viables (o cuyo fin sería de llegar a ser autosuficientes y ecológicamente viables).

Medida 9 – Una política de cooperación basada en asociaciones bilaterales de “transformación ecológica y social”.[20]

Medida 10: estas asociaciones darían lugar a nuevas formas institucionales, coordinación o alianzas cuyo objetivo sería la autonomía y la viabilidad. Estas coordinaciones y alianzas habrían de convertirse en los futuros bloques de construcción del orden internacional.

Conclusión: el cambio en nuestra relación con el mundo

La realidad requiere que reduzcamos brutalmente nuestro consumo de energía y materia. Esta es al menos la recomendación del IPCC, en el campo donde las mediciones están disponibles y son confiables, es decir, con respecto a las emisiones de GEI y su impacto en el cambio climático. Este no es el caso en lo que atañe a  los seres vivos y la biodiversidad en general: no nos es posible basar ningún ritmo en datos objetivos. Sin embargo, la crisis de salud en que nos encontramos envueltos destaca los costos exorbitantes de la inacción.

Esta reducción abrupta es posible y sería beneficioso llevarla a un cabo de manera coordinada a escala planetaria. Tal política no depende de Francia, pero nuestro país puede convertirse, junto con otros, en uno de sus “abanderados”. Un mundo que habría optado por realizar una conversión ecológica y solidaria sería menos conflictivo y peligroso, en la medida en que la mayoría de los conflictos actuales y futuros derivan y se originan en el consumo excesivo de recursos. Francia puede emprender sola, mientras se alcanza un consenso internacional, una transformación radical de su modelo de prosperidad. El ejemplo de una transformación exitosa, tanto socialmente justo como ecológicamente viable, es un poderoso atractor que proporciona la base para nuevas relaciones internacionales, que probablemente tomarían la forma de “asociaciones para la transformación ecológica”, en que cada socio tendría garantías de acceso a recursos esenciales, siempre y cuando se establecerían objetivos de convergencia a largo plazo.

El mundo del futuro requerirá de una profunda modificación de nuestro dispositivo de producción, el mismo que tendrá que apartarse de los objetos pequeños en favor de las infraestructuras – piénsese en la transformación necesaria de nuestras ciudades para enfrentar el auge de temperaturas y la reducción de la cantidad de energía a nuestro alcance. Menos objetos, más duraderos, más finos, tanto estética como ergonómicamente, tanto más compartidos como sofisticados y ricos en recursos, muy a menudo realizados en base a tecnologías sencillas y de libre alcance. Este mundo en que las desigualdades de recursos e ingresos habrán sido reducidas, en mayor armonía con los no-humanos u otros “que-no-sean-humanos”, habrá de  ser un mundo pacífico, más armonioso, eminentement más favorable para nuestra salud y nuestro bienestar: todo lo contrario de un mundo de carreras y competidores que nos conduce de frente al abismo.

Las medidas que proponemos, por muy técnicas que parezcan, están diseñadas para conducirnos hacia un mundo así: su objetivo es reducir los movimientos destructivos, pacificar a la sociedad poniendo fin al asesinato real o simbólico de la mayoría débil (para quien la competencia generalizada no ofrece posibilidades de supervivencia), ponerle fin a la guerra contra la naturaleza (fitosanitarios, industrias extractivas, además de la antropización, etc.), y finalmente restablecer la relación con los seres vivos como la base de toda civilización digna de ser llamada tal. En una palabra, proponemos no convertir el planeta Tierra en el planeta Marte.

* * *

La pandemia arrojó una nueva luz sobre lo que habíamos sumido en la oscuridad. Al experimentar la enfermedad, el confinamiento y las dificultades que ésto causa para cada uno de nosotros, nos damos cuenta de que no existe nada más valioso que la propia vida, y nada tan consolador como la solidaridad. . Las alegrías y las tristezas de las que somos testigos o víctimas no tienen otras fuentes:

– El virus se propaga de acuerdo con los niveles de devastación que hemos infligido a los ecosistemas de la Tierra.

– Las victorias de la medicina y la atención médica lo deben todo a la solidaridad colectiva: hablamos de la investigación pública y del servicio hospitalario pero también de las solidaridades que han permitido que se respetera el confinamiento, por medio de la asistencia mutua material y moral.

En estos tiempos de “ruptura”, lo esencial está emergiendo. ¿De qué sirve ser poderoso en un mundo deshabitado, donde nuestro “poder” no puede ejercerse pues está sumergido en el vacío?¿De qué sirve tener dinero si se detiene la producción de bienes y servicios ? ¿Qué valor tienen nuestras monedas si falta confianza, si ya nadie en el mundo está comprando, porque el país donde tienen uso ya no produce nada que valga la pena ser comprado? ¿Son importantes todos los asuntos materiales? Pero cuales? ¿Cuánto valen nuestros automóviles y aviones si los destinos a los que nos conducen están desde ya envenenados y los territorios que tienen que cruzar se convierten en desiertos ? ¿Provoca viajar acaso?

La pandemia recuerda nuestra condición de seres terrenales y vulnerables, para quienes la vida es esencial y la relación fructífera. Puesto que no hay vida sin relación: relación con las especies vivas, relación con los ecosistemas que componen estas especies y las albergan y cobijan, relaciones con los “otros” (humanos y no humanos) que convierten a estos ecosistemas en los únicos lugares de cualquier prosperidad posible.

Siempre hemos transformado el mundo para darle forma a nuestra imagen. Los ecologistas llaman a este proceso “antropización”. El productivismo ha llevado este proceso a su clímax, reduciendo el mundo a un simple “recurso” explotable, sin asignar límites a la destrucción y extracción de todo tipo. Corona Virus nos recuerda que este proceso también es bidireccional : en un mundo demasiado empobrecido o uniforme, que la vida tiende a abandonar, prosperan de manera prácticamente inevitable las pandemias virales o bacterianas.

El orden general de confinamiento nos dio acceso a un nuevo universo: una vez que el cielo vuelve a la transparencia y las calles de  las megaciudades se sumen en el silencio, lo esencial se vuelve audible para nosotros, como el canto de los pájaros o el goteo de la lluvia . Lo principal es la vida que crece de no ser cortada, la tierra que revive de no ser aplastada por el peso de los tractores, la fábrica humana que elabora materia prima, la transforma y la transporta (la bien llamada “economía real”), los esfuerzos de un sinnúmero de hombres y mujeres que  cuidan de la vida y de la relaciones de cooperación: los flujos de todo tipo en resumidas cuentas. Cualquiera que fuera su tamaño y las fuerzas que los gobiernan, estos flujos deben mezclarse entre sí para que sirvan este propósito esencial: el de regenerar la vida, esta singularidad específica de nuestra Tierra que no tiene equivalente en las inmensidades siderales que nos rodean.

Una política para regenerar la vida que hemos dañado y darle una preponderancia absoluta en el futuro sobre todos los demás fines humanos, a eso estamos llamando. Esta política nos hará más libres porque nos devuelve lo esencial, sin el cual la libertad es una ilusión. Se llama Ecología. Es revolucionaria porque apunta a la autonomía de cada ser y a la desaparición de cualquier forma de dominación social, trátese aquí de la sociedad de hombres o, en general, de la sociedad de los seres vivos , incluidos los humanos, quienes forman parte de ella pero sin embargo han intentado sistemáticamente someterla a sus fines mundanos (en el sentido de que esos fines respondían a “su mundo” y solo a él), sin medir que tarde o temprano esta actitud los condenaría a una muerte segura.

[1] 46 ° en un pueblo de Hérault, 43 ° en la región de París, 40.7 ° en el Mar del Norte en Holanda, 50 ° y más en Australia o India, etc.

[2] PNUMA, 2019: Cerrando la brecha – Mejorando la ambición y la acción de mitigación al nivel del G20 y a nivel mundial; IPCC, 2018: calentamiento global de 1.5 ° C. Una forma especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global de 1.5 ° C por encima de los niveles preindustriales y las vías de emisión de gases de efecto invernadero globales relacionados, en el contexto del calentamiento desde la respuesta global hasta la amenaza del cambio climático, el desarrollo sostenible y los esfuerzos para erradicar la pobreza .

[3] Hemos destruido tanto (suelos, poblaciones de animales y plantas, ecosistemas) que tendremos que pesar menos (conseguir una huella inferior a 1) para permitir que la vida se regenere.

[4] Del mismo modo, los flujos de materias o materiales (todos los recursos que extraemos) han aumentado desde la década de 2000 y también están directamente relacionados con el nivel de vida. Ver Unep , Flujos de materiales globales y productividad de recursos , 2016, http://unep.org/documents/irp/16-00169_LW_GlobalMaterialFlowsUNEReport_FINAL_160701.pdf

[5] En nuestras ciudades, durante las olas de calor, entre parques e islas de calor, la temperatura puede variar al menos de 6 °

[6] Con respecto al bienestar, nuestras referencias van aquí al trabajo de Eloi Laurent, en particular, Leaving Growth. Manual de usuario, Los enlaces que liberan, 2019. Ver también: Jean Gadrey , Florence Jany-Catrice , Nuevos indicadores de roquera , La Découverte, 4a edición, 2016 y Dominique Méda , The Mystic of Growth. Cómo deshacerse de él , Flammarion, 2013. En cuanto a los indicadores ecológicos, la medición de las emisiones de carbono es fundamental, pero en ningún caso debe aislarse de las cuestiones relacionadas con los seres vivos y la biodiversidad. La huella ecológica es un agregador fundamental. A esto se pueden agregar los límites planetarios que ahora pueden dar lugar a traducciones en forma de objetivos nacionales, ver Hy Dao et al. , ” Límites ambientales nacionales y huellas basadas en el marco de los límites planetarios : el caso de Suiza “, Global Environmental Change 52 (2018) 49-57. También es posible agregar la huella ecológica y los límites planetarios (ver la nota siguiente).

[7] Nos referimos aquí a: Daniel W. O’Neill y otros, “Una buena vida para todos dentro de los límites planetarios”, Nature Sustainability, vol. 1 de febrero de 2018, 88-95. Una vez más, ningún indicador único es perfecto, y debemos permanecer abiertos a mejoras en esta área. Un país como Costa Rica, en particular, bien clasificado en términos de bienestar, está, como otros, por debajo de 1 planeta.

[8] Cf. Jacques Richard, Contabilidad y desarrollo sostenible , París, Económica , 2012.

[9] Cf. Xavier Ricard Lanata “ “ La economía social y solidaria, la cuna de la metamorfosis ? Un análisis extraído de la experiencia de CCFD-Terre Solidaire ”, en David Hiez (et alia), Sketch of a general theory of Social and Solidarity Economy , París , ediciones Larcier , 2012, p. 395-410.

[10] Giraud Gaël y Renouard Cécile ( dir ), 20 propuestas para reformar el capitalismo , París, Flammarion 2009 ; Christian Arnsperger y Dominique Bourg , Para una sociedad permacircular , París , PUF 2017.

[11] Utilizamos el término entre comillas dada nuestras observaciones sobre la “señal del precios” en una economía donde existen cuotas de consumo máximo (véase . Nota 8).

[12] James Galbraith, Stuart Holland y Yanis Varoufakis , Modesta propuesta para resolver la crisis en la zona euro , París, Institut Veblen, Les petits matins, 2010.

[13] Sophie Swaton , Para un ingreso de transición ecológica , París, PUF, 2018 e Ingresos de transición ecológica: manual del usuario , Puf , 2020.

[14] La tierra rural pasa de mano en mano en forma de “activos financieros” de compañías de capital fabricadas desde cero, y por lo tanto escapan alcance actual de competencia de SAFER.

[15]  Cuya máxima se puede resumir de la siguiente manera, inspirada por Aldo Leopold : “una cosa es justa cuando tiende a preservar (o aumentar) la diversidad biológica. Es injusta cuando no es así ”(Catherine y Raphaël Larrère , Du bon use de la nature , París, Flammarion, [1997] 2009, p. 281.

[16] Dominique Bourg y alii , Inventemos  la democracia del º siglo 21 , LLL, 2017.

[17] Esta cooptación se llevaría a cabo mediante una lista de nombre, presentada por ONG ambientalistas, de la cual elegiría el parlamento.

[18] Algunos economistas (monetaristas) objetarán que la inyección pura de líquidez en una economía cuyo volumen no crece en proporción al aumento de la oferta monetaria específica produce inflación. Respondemos que esto es específicamente lo que ha estado sucediendo desde 2008 en particular, en relacion con pocos activos (bienes raíces u otros “activos de reserva” como los hidrocarburos fósiles). El congelamiento de la deuda no producirá inflación puesto que las liquideces están desde ya circulando. También observamos que a pesar de la liquidez inyectada en la economía internacional desde 2008 (alrededor de diez billones de dólares, es decir el 15% del PIB mundial, lo cual es considerable), los efectos inflacionarios excluyendo las burbujas especulativas son casi nulos. La Tasa de Inflación de la zona del euro esta cerca de 0. El Comportamiento de venta masiva de activos que no encuentran compradores debido a que las expectativas de los agentes económicos van anticipando un baja de precios, contradice la tendencia espontánea hacia la inflation. A esto se le denomida, desde Keynes, la “trampa de liquideces”. Es característica de situaciones de colapso “estructural” de la demanda. La pandemia y la catástrofe ecológica nos sumergen, de manera duradera, en una situación de este tipo. Peor aún , la crisis surge del colapso simultáneo de la oferta y de la demanda de bienes y servicios : esta es la razón por la cual los instrumentos de la economía capitalista clásica no consiguen resolverla.

[19] Cf . Gaël Giraud, “Quelle Mondial Governance”, en Proyecto , número especial “De Prométhée à Noé”, París, CERAS, julio de 2010.

[20] Xavier Ricard Lanata y Mathilde Dupré, “Por el proteccionismo cooperativo”, en Proyecto (2019/2, n ° 369).

 

 

 

 

[1] Nota del traductor : la región Este de Francia es la que registró, a la fecha, mayor número de víctimas del coronavirus.

[2] Véase al respecto el trabajo  de Mathilde Szuba, Gouverner dans un monde fini : des limites globales au rationnement individuel, sociologie environnementale du projet britannique de politique de Carte carbone (1996-2010)

[3] Que todo funcionario francés debe al Estado (nota del traductor).

[4] El ONDAM es, en Francia, el « Objetivo Nacional de Gasto del Seguro Médico », un dispositivo legal que determina en forma adelantada el techo de gastos del seguro médico. Este dispositivo fue introducido en el año 1995 por el gobierno de Juppé, y hasta ahora ha causado un sin numero de problemas, puesto que es difícil predecir en forma adelantada en qué consistirán las necesidades de cobertura médica de la población. La situación se convirtió aún mas difícil con la actual pandemia.

[5][5] En Francia, las contribuciones obligatorias al sistema del seguro médico son proporcionales al nivel de ingreso hasta un determinado « techo ». Más allá de este techo, no importa el nivel de ingresos, las contribuciones son idénticas para todas. Esta disposición nos parece injustificada y proponemos suprimirla.

[6] El actual proyecto de ley que fuera votado por la asamblea en Enero pasado dispone que dejarán de ser definidos de antemano los niveles de las pensiones de jubilación (determinados porcentajes del sueldo cobrado durante la vida  profesional del pensionista), y propone que ahora sólo sean definidas las « contribuciones », que darán lugar a un determinado número de « puntos ». El valor del « punto » podría ser redefinido por el Estado de acuerdo con la rentabilidad del sistema financiero, puesto que las pensiones se pagarían en base a utilidades de la inversiones realizadas por los fondos de pensiones públicos y privados. En suma, la nueva ley privatiza el sistema de pensiones de jubilación, tal y como ha venido dandose en otros países, notablemente de América Latina. Sabemos que por lo general esta reforma no fue exitosa y acentuó las desigualdades sociales entre pensionistas.

[7] Una ley votada en el 2011, introducida por la diputada ecologista Eva Sas, dispone que se realizarán dichas evaluaciones. A la fecha sin embargo, esto no ha dejado de ser un simple trámite administrativo sin mayor trascendencia.